Capítulo diecisiete.

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Althaia caminaba a paso rápido detrás de su madre

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Althaia caminaba a paso rápido detrás de su madre. Le había dicho que necesitaba hablar con ella y Phile en el despacho de su difunto padre.

Sabía que era respecto a su matrimonio y muy en el fondo tenía la esperanza de que desistieran de la decisión. Era algo meramente imposible.

Dentro, pudo encontrar a Phoenix charlando de la nieve y lo difícil que sería verla una vez dejara la mansión, por los próximos tres meses.

—Toma asiento, Althaia.

Phoenix le sonrió y estiró su mano para tomar la de ella. Se sentó al lado de su hermana dispuesta a escuchar todo lo que su hermana mayor y su madre tenían por decir.

—La boda de Phoenix será en menos de dos semanas— comenzó su madre.

—Y estuvimos pensando que quizás celebrar dos bodas en el mismo periodo no sería lo más conveniente.

—Es por eso que tenemos dos opciones para ti, Althaia—su madre soltó un suspiro— que te cases en la fecha prevista o que retrasemos otra vez el matrimonio hasta que termine el invierno.

—La segunda— respondió rápidamente.

Eso dejó a Phile entristecida. Sabía que iría por esa opción y eso le daba más tiempo para ayudarla. Quería a su hermana feliz, así como lo estaba haciendo Phoenix.

—¿Qué dice el marqués de Keates?

—Estaba dispuesto a pagar una considerable cantidad de dinero pero por suerte el duque de Waldrom le aconsejó guardarlo.

Phoenix escondió una sonrisa. Ese no era más que parte del plan que ambos tenían para poder atrasar la boda de su hermana. Rowland estaba igual de preocupado que ella.

—Entonces, no hay nada más que decir, celebraremos a Phoenix dentro de dos semanas y a Althaia en tres meses.

Amanda era ajena a todo lo que sus hijas pasaban. No era su culpa, todas eran igual que su padre, cerradas y tenía que lidiar con diez de ellas, sin contar la educación de Leander.

Antes de que todas salieran detuvo a Phoenix para que se quedara unos minutos a hablar.

—Madre.

Se sorprendió al escuchar el tono de su hija, era frío. Se había convertido en una mujer de un momento a otro y no sabía cuándo había dejado de ser su niña problemática.

—Quiero saber si estás bien.

—Lo estoy.

Eso no era suficiente, quería escuchar más de ella. Se sentía como si atravesara un río que una vez fue tranquilo y que ahora llevaba las más grandes piedras.

Había herido a su hija y le dolían las entrañas siquiera haber considerado insultarla. Aunque lo había hecho.

—¿Cómo te trata el duque?

La Prometida del Duque busca una Aventura. | Crónicas de Dawling Town IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora