Capítulo veintitrés.

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El olor de las flores le picó la nariz

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El olor de las flores le picó la nariz. Eran de un rojo oscuro y estaban un poco tristes gracias al frío.

Eran horribles.

Se rascó la nariz otra vez y le dio una larga mirada a las rosas. Quizás si era alérgico a algo después de todo.

Suspiró y comenzó a caminar por la entrada a la mansión Lamswood.

Cuando despertó esa mañana el príncipe Eleazar y Elisha viéndolo con furia. Le dijeron todas las atrocidades que había insinuado hacia Phoenix.

No podía creer que había sido capaz de decir esas cosas de ella.

Había tirado de su cabello y corrido hacia la florería. Se iba a disculpar con ella y si era necesario se arrodillaría a sus pies.

Tocó la puerta y esperó.

"Todo lo que dije fue mentira y en realidad creo que eres la mujer más hermosa del mundo, te amo y lo siento" repasó en su mente.

La puerta se abrió y una niña pequeña apareció detrás de ella. No era la hermana más pequeña pero si se parecía mucho.

Bueno, todas ellas se parecen mucho.

—Buen día, señorita.

—Buen día— saludó con una reverencia— ¿Qué desea?

—Busco a Phoenix.

—¿Phoenix?— hizo una mueca de sorpresa y disgusto— ¿Y con esas flores tan feas?

—Son feas ¿Cierto?

—Las más feas que he visto— hizo otra mueca pensativa— Phoenix las va a odiar. Pase, le diré a alguien que vaya por ella.

Rowland entró un poco confundido por la actitud de la pequeña. Sabía que no debía sorprenderse mucho al fin y al cabo era hermana de Phoenix.

—¿Cuál es su nombre, señorita?

La niña estaba por responder pero la voz de su hermana mayor la detuvo.

Phoenix había corrido hasta llegar ahí pero no lo admitiría nunca. Olive le había dicho que el duque había entrado hace unos minutos a los jardines y que se dirigía en esta dirección.

—Stephanie— el cuerpo de Rowland reaccionó con el sonido de su voz.

—Oh, Phoe, este hombre vino a verte.

—Gracias por recibirlo pero no tengo ninguna intención de atenderlo, su excelencia, si me permite, tengo mejores cosas que hacer.

Stephanie supo de inmediato que su hermana estaba mintiendo. Había creado esa máscara de frialdad pero ella, a sus nueve años, la conocía muy bien. Decidió que no eran sus asuntos y se fue a buscar algo que comer.

La Prometida del Duque busca una Aventura. | Crónicas de Dawling Town IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora