Él
No dejo de mirar por donde se fue Victoria, tratando de procesar el porqué de su comportamiento. Richard me dice algo, pero no lo escucho. Los pies cobran vida y camino hacia la salida. No pienso cometer el mismo error dos veces.
Recorro las calles, desesperado. Los nervios se llevan el poco raciocinio que me queda. El alivio me llena cuando veo su cabellera rizada y corro más rápido para no perderla.
Atrapo su brazo, mucho más fuerte de lo que pretendía, pero es que la desesperación me tiene fuera de sí.
—Victoria —digo con dificultad debido a la respiración agitada—, ¿qué es lo que sucede?
Agacha la cabeza con pesar. Algo dentro de mí se rompe al notar que ha llorado.
—Terminemos, Roger —dice entre lágrimas.
El pecho se me encoge ante sus palabras.
—No te entiendo, Chocolate. Vamos a otro lugar para que hablemos con más calma.
Tomo su mano entre la mía y percibo lo fría que está su piel. El miedo y la incertidumbre me tiene angustiado. Por la mente me pasan muchos escenarios de por qué ella quiere mandar al diablo lo nuestro.
Victoria se deja guiar hasta una vieja cafetería que a esta hora está vacía y es perfecto para este tipo de situaciones. Nos sentamos, uno frente al otro, y me permito observar con libertad.
Sus ojos están rojos, se abraza a sí misma y evita a toda costa los míos.
La camarera se nos acerca con una libreta en manos.
—¿Van a ordenar? —pregunta, entornando los ojos de Victoria hacia mí.
—Dos tazas de café, por favor.
—No. Quiero leche caliente.
La miro, extrañado, pero asiento. La chica anota los pedidos, luego se marcha.
—Amor, habla conmigo. Dime qué es lo que te tiene así. —Tomo sus manos entre las mías y las acaricio con mis pulgares.
Ella se queda en silencio por unos segundos que me parecen eternos. Reconozco que me atemoriza lo que sea que la tenga de esta manera. Entonces, Jose pasa por mi mente. ¿Le habrá dicho algo sobre mí?
—Me duele que no seas sincero conmigo... —Hace silencio porque se acerca la mesera con nuestros pedidos.
Agradecemos al unísono y ella se toma la leche despacio, sin dejar de mirarme.
Es oficial, Victoria está enterada de lo de mi madre. ¿Cómo se enteró? Las palabras de Jose cobran sentido. Es un desgraciado que busca cualquier medio para joderme.
—Yo quería contarte, pero es un tema delicado y aún no lo he procesado. —Un nudo en mi garganta me dificulta continuar.
—Tu madre habló conmigo cuando te estaba esperando en la oficina. Me amenazó y me pidió que me alejara de ti.
Cierro las manos con fuerza. Me da tanta rabia e impotencia que siga tomando atribuciones en mi vida. Esto es un asunto grave, ya es hora de enfrentarla.
Victoria me cuenta lo que le dijo. Me sorprende que mamá no tenga miedo de que sepa la clase de persona que es. ¿Piensa que es intocable?
—Lo lamento —hablo con sinceridad y tomo su rostro entre mis manos—. Buscaré una solución, ella pagará por lo que hizo, pero no te alejes de mí —ruego con pesar. Sería desastroso que lo nuestro acabe.
—Tengo miedo —confiesa y estoy seguro de que le ha costado—. Hay algo más...
Hace silencio de repente. Me duele verla frágil y vulnerable. A pesar de lo que trata de aparentar, Victoria es una mujer con muchos sentimientos. He tenido el privilegio de atravesar esa coraza, me ha enseñado su verdadero yo.
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Agridulce © (Disponible En Físico)
Romance☆Disponible en físico y ebook en Amazon☆ Roger Roberts es un joven arquitecto, propietario de una empresa de dulces al borde de la quiebra, con muchos problemas a su alrededor. Estos se incrementan al verse perseguido por Victoria, quien lo acusa de...