Ella
—Nunca le he dicho a una chica que la amo. —Abro la boca por la sorpresa—. No te voy a negar que siempre he sido... ¿cómo podría decirlo? ¿Mujeriego? —Se ríe. Es inevitable, me contagia de su buen humor y hago lo mismo.
—Lo sabía. Eres la clase de hombre que le dices lo mismo a cada mujer.
Niega varias veces. Él cree que es broma, pero ahora estoy hablando muy en serio.
—No es lo mismo. —Entorno los ojos—. Lo que te he dicho a ti, no lo he hablado con nadie más.
Nos observamos sin pestañear, buscando algo en los ojos del otro. Noto tanta sinceridad en él que me es imposible no asentir ante lo que acaba de decir.
Estamos en la sala, sobre la alfombra, con una pizza a medio comer y una botella de vino casi acabada. Hemos pasado unas horas maravillosas entre besos, algunas bromas y verdades.
Roger se ha quitado los zapatos. Está tumbado junto a mí de manera despreocupada y hablamos de todo lo que se nos ocurre. Me ha contado de su vida, de las cosas que ha hecho, de su familia.
—Han fue mi primer y único novio. —Agacho la cabeza—. Nunca he sentido algo igual por nadie más, pero él se encargó de destruirlo. Incluido mi corazón.
Mis ojos se posan sobre él. Espero que diga algo, sin embargo, solo me mira con intensidad.
—Es un idiota —rompe el silencio al fin. Río sin gracia ante sus palabras—. ¿Cómo pudo hacerle daño a alguien como tú? Es un maldito imbécil.
—Por ahí andan muchos de esos, por eso me es difícil confiar en alguien más.
Pienso en Richard, en lo tonta que fui al permitir que me llevara a la cama.
De solo pensar en eso me da náuseas. Era obvio lo que quería, pero vi algo en él que me llamó la atención en primer lugar. Si tuviera el poder de echar el tiempo atrás.
—¿Qué debo hacer para convencerte de que no soy así? No te he mentido, Victoria. Quiero algo serio contigo. Confía en mí, por favor.
Toma mi cara entre sus manos. Acaricia mis mejillas sin dejar de mirarme directo a los ojos.
Besa mis labios con dulzura. Es tan adictivo el sabor de su boca que me es imposible no dejarme llevar.
—No lo sé —hablo sobre sus labios y lo beso de nuevo, luego me separo un poco—. No creo que pueda llegar a querer a alguien más.
—¿Aún lo amas?
Niego despacio mientras el cerebro procesa aún su pregunta. ¿Siento algo por Han? No lo tengo claro, solo sé que debo tener cuidado de caer otra vez. No puedo darme el lujo de que hagan añicos mi corazón ni ceder tan fácil ahora.
—No. —El alivio surca su rostro—. Sin embargo, pienso que es imposible que me enamore de nuevo.
—Entonces, es un reto. —Sonríe—. Te voy a demostrar que estás equivocada y haré que me ames.
Acaricio el pelo que cae por su frente.
Una calidez me arropa, ¿y si esta es mi oportunidad? Roger luce tan sincero que me asusta, además de que me gusta pasar el tiempo con él.
—Desde ahora te digo que no te atrevas a pedirme que sea tu novia, no me regales flores ni me tomes de las manos —enumero con los dedos bajo su atenta mirada.
—Anotado, pero me lo has puesto difícil. Soy un romántico empedernido. —Me carcajeo ante lo que ha dicho—. Es en serio. Amo las películas de amor, los besos bajo la lluvia y los detalles. —Niego presa del miedo, este tipo está loco.
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Agridulce © (Disponible En Físico)
Romance☆Disponible en físico y ebook en Amazon☆ Roger Roberts es un joven arquitecto, propietario de una empresa de dulces al borde de la quiebra, con muchos problemas a su alrededor. Estos se incrementan al verse perseguido por Victoria, quien lo acusa de...