Él
Los ojos de mi madre se posan sobre mí al momento en que entro al salón a pasos rápidos. Vislumbro a mis hermanos, esparcidos en el gran sofá con cara de pocos amigos. El corazón se me acelera al notar la aflicción y lágrimas que emanan de los orbes verdes de mamá. ¿Qué está sucediendo?
—Roger, ¿es cierto que quieres vender la empresa? —Richard me mira complacido, como si estuviera disfrutando el momento—. Sé que estás pasando por un mal momento, pero no voy a permitir que te deshagas de algo tan valioso para mí.
—Puedes estar tranquila, madre —Rodrigo habla sin dejar de mirarme—. Debes elegir, quizás sí tenga una salida. Estuve revisando algunos documentos y, para serte sincero, estamos así por el mal manejo de mi hermanito.
Mi ira se desborda al escuchar las idioteces que están saliendo de su boca. ¿Cómo se atreve a decir algo así?
—Deja de hablar mierda, Rod. Les recuerdo que, mientras ustedes estaban viajando por el mundo, yo me quedé aquí haciéndome cargo de todo —escupo con rabia.
—A petición de papá —añade Richard, irónico.
—No me parece justo que estén haciendo esto. —Mi atención se dirige a Riu ahora—. Si ponemos de nuestra parte, estoy seguro de que la compañía renacerá de nuevo.
Asiento a lo que dice, aliviado. Por lo menos él está de mi parte.
—Dejen de discutir. —Mi madre toma mis manos entre las suyas—. Roger, dime la verdad, ¿hay alguna esperanza para la empresa?
El pecho se me encoge al verla tan angustiada. La realidad es que uno a uno los inversionistas y clientes me han dado la espalda. No sé en qué momento pasó esto, quizás siempre estuvo delante de mí y no me di cuenta.
—Deja de preocuparte por eso, mamá. Te dije que debes confiar en mí...
—Dile la verdad, Roger —Richard me interrumpe—. Cuéntale el desastre que has hecho y del que no tienes una maldita idea de cómo salir a flote.
Mi mente se nubla por la ira y, en un movimiento rápido, me abalanzo sobre él. Un puñetazo, luego otro.
Todo se vuelve un caos. Él no se queda atrás, peleamos como dos fieras tratando de hacernos el mayor daño posible. Siento que me sujetan por detrás, pero me remuevo de manera violenta. Los gritos de mi madre provocan que me quede quieto. No dejo de observar a Richard que trata de zafarse de los brazos de Rodrigo.
—¡Parecen niños! —nos reclama, agitada—. Que sea la última vez que pase esto.
Me observa, molesta, y luego a mi hermano.
—Él fue el que me atacó solo porque le dije la verdad. —Richard se suelta del agarre de Rod y se acerca a mí—. Tienes que decidir, Roger: haces algo para que la DolceR salga de su crisis o se vende —sentencia y se retira de la sala.
Riu me libera bajo la atenta mirada de Rodrigo.
—Mamá, ¿puedes dejarnos solos? —Ella me observa con tristeza antes de marcharse—. ¿Así que tú tampoco vas a hacer nada?
Niega con la cabeza, serio.
—No hay mucho que hacer. No tenemos dinero, Roger, por eso es necesario que vendamos para repartir lo que nos toca. Incluido esta casa.
Sus palabras son como una patada en la entrepierna. Así es que esta es la verdadera razón por la que vinieron.
—Una parte es de nuestra madre —interviene Riu, tan sorprendido como yo al saber sus verdaderas intenciones.
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Agridulce © (Disponible En Físico)
Romance☆Disponible en físico y ebook en Amazon☆ Roger Roberts es un joven arquitecto, propietario de una empresa de dulces al borde de la quiebra, con muchos problemas a su alrededor. Estos se incrementan al verse perseguido por Victoria, quien lo acusa de...