Agridulce © (Disponible En Físico)

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Él

—Cometo muchas estupideces cuando estoy ebria —dice entre risitas.

—Todos alguna vez lo hemos hecho. —Le quito la botella de las manos. Ella emite un sonidito de queja, pero lo deja pasar—. Nunca me aprovecharía de tu estado, Victoria. Puedes estar tranquila.

Asiente, complacida. Cierra los ojos y luego acomoda su cabeza sobre mi pecho.

—Confío en ti —susurra.

Mi corazón late desenfrenado al verla tan abierta y sincera conmigo. Puede que el vino haya desinhibido su raciocinio. Dicen que los borrachos y los niños no mienten.

Miro mi reloj. Es tarde y nos hemos quedado hablando hasta la madrugada. Victoria me ha contado anécdotas de su niñez, cosas horribles que ha vivido. Debo decir que nunca he conocido a alguien tan fuerte como ella. Ha pasado por muchas situaciones feas y sigue adelante.

Cuando me confesó lo del embarazo de su hermana, me quedé en shock. Aún no proceso que Riu iba a ser padre, solo imagino el dolor que sentirá. Entonces, he tomado la decisión de no seguir ocultando más el asunto. Victoria merece saber lo que he descubierto. Pero primero quiero aclarar ciertas cosas que no me cuadran y luego le contaré lo que sé.

—Otra vez te has quedado en silencio, Roger —habla aún con los ojos cerrados, luego bosteza y se acomoda por completo sobre mí.

—No es nada.

Me levanto del piso con ella. Me subo a la cama y se acurruca a mi lado. Acaricio su rostro con las yemas de los dedos. Es insólito que estemos en esta posición.

—R-Roger, ¿qué te gustaría de regalo de cumpleaños? —balbucea. Está dormitando, su manera de hablar me lo confirma.

—No es necesario que me regales nada, preciosa.

Le paso las manos por los rizos.

—Sí lo es —tararea una canción y mueve su cuerpo lentamente de una forma graciosa—. Roger, tengo miedo.

La aprieto contra mí y beso su frente con dulzura.

—Tener miedo es normal, hasta yo me siento aterrado a veces —digo con sinceridad—. Deja de preocuparte tanto y no pienses que debes comprarme un regalo. No te mortifiques por eso.

—N-no, yo... —Se queda en silencio por unos segundos—. ¿Quieres ser mi novio?

El corazón me late tan rápido que me da miedo que ella lo escuche o lo sienta. No sé qué decirle, me he quedado en una especie de trance.

¿Quién lo diría? Tanto que me ha dicho que no quiere nada conmigo y me ha manifestado su temor al amor. Entonces, me suelta esa bomba.

—V-Victoria —balbuceo con la voz entrecortada por los diferentes sentimientos que me embargan.

Ella no responde. Me fijo en su respiración calmada y me doy cuenta de que el sueño la venció. Una sonrisa adorna mis labios al recordar sus palabras. Aun si lo dijo seducida por el alcohol, y quizás mañana no lo recuerde, me siento especial de alguna manera. Qué afortunado soy.

***

El pecho me late desbocado mientras espero que abra la puerta. Ojalá esté aquí porque necesito hablar con él con urgencia. Aprieto la fotografía en mi mano, solo deseo que lo que haya dicho el enano sea mentira y que Rodrigo no sepa nada de esa chica.

Soy un estúpido, le he dado larga al asunto cuando debí enfrentarme a él. Solo quiero aclarar este malentendido que se ha estado tejiendo en mis narices y decirle la verdad a Victoria para que ella pueda sentirse en paz. Es algo que no la deja tranquila y que aún duda de mí, aunque lo niegue.