13. Amor tras las rejas

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El mundo se había detenido para Kohaku en ese instante. Ver a Stan esposado y tratado como un criminal, esa dolorosa "despedida" en la que la había abrazado y besado con todo su amor como si nunca hubieran estado distanciados, la duda de qué sería de él después de aquello... era demasiado. El alivio de la posibilidad de que el problema del acosador estuviera próximo a resolverse finalmente se amargó con lo que siguió. No lo valía, de ninguna forma. No había sido su decisión, pero no podía más que lamentarlo. Incluso pensaba que hubiera sido mejor que se peleara más con Stan, no decirle nada, cargar con que luego la acuse de que no confiaba en él... soportar ese dolor, y no el de la escena que tenía frente a sus ojos y el futuro incierto que le esperaba a su amado, todo por defenderla.

Se la llevaron también junto con Stan, aunque sin el trato rudo ni las esposas, sólo dijeron que necesitaban su testimonio y declaración por lo ocurrido, luego la dejarían ir. Al parecer, el encargado del edificio les había dicho que ella había sido víctima de otra situación que había desembocado en aquel desenlace, que no tenía nada que ver con el disparo, no era cómplice de su novio. Antes de salir, les preguntó si podía llevar con ella alguna pertenencia, y como le confirmaron que podía, agarró las fotos que el acosador le había enviado, así como su mochila con su teléfono. La llevaron en un coche distinto al de Stan, aunque ella lloró y rogó porque no los separen, pero era protocolo policial y no pudo hacer nada contra eso.

Apenas llegaron a la comisaría, Kohaku pidió un momento para hablar por teléfono, no le importaba si necesitaban vigilarla o escuchar su conversación, pero tenía que llamar a Xeno, él era el único que sabía casi todo y podría ayudar, además que tenía que saber lo que había pasado con su amigo. Se lo concedieron, y le permitieron la privacidad de su llamada ya que ella no estaba inculpada. Alcanzó a ver a Stan, y que apenas pudo girar la cabeza para dedicarle una última sonrisa antes de que lo apartaran de su vista, y las lágrimas volvieron a agolparse en sus ojos. No iba a ganar nada con ponerse a llorar, pero no podía evitarlo, cada fibra de su ser dolía con esa imagen, y con la incertidumbre. Los policías fueron amables con ella, y se acercaron para preguntarle si necesitaba algo cuando la vieron sollozar con fuerza, pero ella sólo se sentó para recomponerse, antes de hacer la llamada. Necesitaba obtener un poco más de información sobre lo que iba a pasa con Stan.

- ¿Puedo saber cuál será el procedimiento con mi novio, el detenido? –preguntó al policía que se le había acercado.

- Sí, señorita. Se procederá a una inspección completa del sujeto y se le tomarán las huellas digitales. Tiene permitido llamar a un abogado, pero sino se procederá a tomarle declaración. Como se encontró evidencia del delito, quedará en prisión preventiva.

- ¿Y eso cuánto tiempo será?

- Eso depende... si el imputado admitiera el delito, se podría proceder a un juicio abreviado, y en no más de una semana se decidirá la sentencia y debe aceptarla. De otra forma, tendría que esperar el juicio oral, y eso podría llevar bastante más tiempo.

- Entiendo... ¿si se presenta evidencia de que su accionar fue por defensa hacia mí, ¿hay posibilidades de que revean o disminuyan su sentencia?

- Eso es decisión del fiscal, señorita, pero podría ser el caso, sí. Entienda usted que, aunque haya sido en defensa de un tercero, el detenido atacó con lo que se considera un "arma de fuego de guerra" en plena ciudad, eso es ilegal y un delito. Sin embargo, la evidencia de que no fue un ataque malicioso o con intenciones homicidas sin motivo, podría ayudar en la condena.

- Gracias por la información –le sonrió débilmente al policía, que se inclinó levemente ante ella y se mantuvo a un costado.

Kohaku respiró hondo, intentando serenarse. Escuchar que una condena era algo seguro le retorció el estómago, pero de seguro Stan ya lo sabía. Tomó el teléfono, y llamó al científico.

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