20. Luna de dulce de leche

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La luz del sol de la mañana que se filtró por la ventana los encontró entrelazados en un cariñoso abrazo de pies a cabeza, despertándose en el nuevo día. Stan le recorría la curva de la columna en una larga caricia, mientras la miraba largamente con una sonrisa suave y los ojos brillantes de felicidad. Kohaku tardó un poco más en abrir los ojos, estaba demasiado cómoda y relajada en los brazos de su flamante esposo, apoyando su cabeza sobre el pecho de él, encontrando los latidos rítmicos de su corazón como la música más disfrutable.

- Buen día, esposa mía –la animó Stan a despertarse.

- Buen día –se desperezó junto a él abrazándolo fuerte, y luego sonrió mirándolo a los ojos, antes de bromear– ¿Mi nombre ya no te gusta tanto? No lo escucho desde nuestros votos matrimoniales en la tarde de ayer.

- Es hermoso, pero me gusta demasiado cómo suena "esposa" y "señora Snyder". Kohaku Snyder es música para mis oídos también. ¿Puedo disfrutarlos un poco más?

- Soy tuya, puedes disfrutarme de la forma que quieras –le contestó con picardía.

- Me gusta esa respuesta, nada mal –susurró juguetón, besándole la comisura de los labios, y suspiró profundamente– Es que todavía no puedo creer que finalmente nos casamos y de verdad ahora eres mi esposa. Pasó de ser un sueño a una realidad. Todavía me acuerdo cuando dudaba si te merecía, si tendríamos alguna chance de futuro, o si podría ser cierta tanta felicidad y durar mucho tiempo.

- Ahí tienes aclaradas tus dudas, todo "sí", como el que nos dimos ayer.

- Sí... gracias, por tanto.

- A ti. Más bien soy yo la que no puede creer que tiene por esposo a un hombre tan maravilloso, hermoso y tan lleno de amor. ¿Y voy a pasar el resto de mi vida contigo? Soy una mujer muy afortunada.

- Comparto el sentimiento, pero yo sintiéndome el hombre afortunado –Suspiró feliz– ¿Qué te parece si no salimos de la cama en todo el día, como ofrenda a nuestra fortuna?

- Hasta el mediodía, tómalo o déjalo –Sonrió, ante el mohín de Stan– Tenemos que hacer las valijas para la luna de miel, ir a buscar a Sam a la casa de mi familia, y...

- Ya, ya, de acuerdo. Disfrutemos entonces desde ahora, cada minuto cuenta –Contestó, y la abrazó más fuerte antes de besarla profundamente.

Un par de horas más tarde, todavía en la cama, en silencio, solamente disfrutándose. Kohaku fue la que tuvo la determinación de levantarse de una vez, por más que compartía las ganas de seguir acostados. Abrió el armario para elegir la ropa del día, y sin querer tiró la bolsa de cartón que guardaba el disfraz de policía completo que había usado para la despedida de soltero de Stan. El bastón policial de juguete rodó hasta los pies de él, que lo levantó con una expresión divertida.

- ¿Así que sigues guardando esto, preciosa? No me quejo, pero no sé si lo haces para tenerlo de recuerdo, o para volver a usarlo.

- Creo que sería más lo primero, no iba a descartarlo, pero tampoco pensaba repetir lo mismo otra vez.

- "Lo mismo" –Murmuró Stan más para sí mismo, y sonrió con malicia– Oye... ¿Dónde compraste esto?

- En una tienda... un "sex shop".

- ¿Y cómo llegaste a ella? No te pregunté sobre eso, ahora que lo pienso.

- Mozu me acompañó.

- ¿Qué... qué? –Preguntó boquiabierto– ¿Mozu entró a la tienda contigo... a comprar esto?

- Sí. Te dije que yo tuve la idea, pero no lo había hecho nunca antes, por lo cual no conocía esos lugares. Parece que Mozu sí tuvo la curiosidad o la experiencia antes, por lo que me recomendó una tienda, y se ofreció a acompañarme para que no me diera tanta vergüenza entrar sola, y al menos que fuera más divertido.

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