22. Móntame

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Con las actividades del día siguiente, Kohaku y Stan tuvieron que repensar el concepto de diversión que habían manejado en sus vidas, ya que pocas veces habían reído tanto tiempo a puros gritos y carcajadas. Habían leído recomendaciones y visto algunos videos de lo que les esperaba, pero la realidad superó altamente las expectativas que tenían.

Aprovechando al máximo el día, llegando en el coche alquilado al "Complejo Piedras Blancas" a media mañana. El lugar se encontraba en la ladera Este del Cerro Otto, una montaña de unos mil cuatrocientos metros de altura, con impresionantes vistas panorámicas de cumbres nevadas, bosques y lagos. Fueron ya vestidos con el traje de nieve que habían alquilado, además de sus gorros y guantes, y dejaron en el coche una muda de ropa y de zapatos para cambiarse a la vuelta, por si estaban muy húmedos. Como en el complejo también había una cafetería y varias comodidades, no llevaron más que llaves, billetera y teléfonos, guardados en los bolsillos con cierre de la ropa. A pesar de que no era pleno invierno, había nevado una semana atrás y todo el día anterior, lo suficiente para que las pistas estuvieran listas para divertirse, además de deleitar a los ojos con las vistas de árboles y laderas blancas.

Pagaron los boletos, recibiendo además del mapa, una tarjeta cada uno que les permitía el conteo de los seis ascensos en aerosilla que incluía el pase, además de acceder al trineo individual para descender por las pistas. Lo bueno de que estuvieran en temporada baja en cuanto al turismo, era que podían evitarse largas colas para hacer las actividades, así como podían recorrer y sacar alucinantes fotos del paisaje, con pocas o ninguna otra persona en el medio. Ya que el cielo estaba todavía cubierto por algunas nubes, pero el pronóstico indicaba que estaría más soleado hacia la tarde, decidieron divertirse con las pistas de trineo primero, y luego ya descansar y recorrer tranquilos con mejor tiempo, además de almorzar allí.

Las aerosillas eran para dos personas, con lo cual subieron juntos. A medida que se elevaban lentamente hacia la cima del cerro, era cada vez más impresionante el paisaje que se extendía frente a ellos, no perdieron la ocasión de sacar fotos y hacer algunos videos de las partes más bonitas. Las zonas bajas e intermedias estaban cubierta de bosques de cipreses, mientras que en su parte alta había bosques más espaciados de lengas, y en cuanto pudieron ver el brillante reflejo del sol en los extensos lagos alrededor, fue una vista exquisita de contemplar.

Cuando llegaron a la cima, se bajaron en la estructura de madera, y se tomaron un momento para contemplar todo desde allí.

- Qué hermoso es todo esto –Dijo Kohaku, encantada– No es la primera vez que veo nieve, pero no deja de impresionarme lo bonito que se ve con todo el paisaje.

- Sí, podría estar horas solamente mirando, si quieres podemos guardar la última subida en aerosilla para dedicarnos a eso.

- ¡Sí! ¿Cómo es entonces esto de las pistas?

- Hay cinco, varían según la dificultad, asumo que algunas serán más vertiginosas que otras –Sonrió confiado– Creo que no tengo que preguntarlo...

- ¡Ja! Claro que no. Vamos a las más exigentes.

- Esa es mi mujer, siempre de cara a los mayores desafíos.

Chocaron las manos en el aire, y siguieron las señales para dirigirse a la pista número cuatro, la segunda más "difícil". Había allí un par de instructores, que les dieron unas sencillas indicaciones, no era una actividad compleja. El trineo, o graciosamente llamado "culipatín", era un deslizador en forma de tabla levemente curvada, y tenía un mango largo y cilíndrico en el centro, con una punta redondeada. Sólo tenían que sentarse con las piernas extendidas hacia adelante, una a cada lado del mango, y agarrarse a eso con una mano para mayor seguridad, ya que el terreno era irregular y podían dar saltos, mientras con la otra mano rozaban la nieve del suelo para ayudar a moverse en las curvas. Una vez que se acomodaron, uno junto al otro, se miraron de reojo y soltaron una risa pícara por lo bajo, ya que era muy evidente la imagen con segundo sentido que ofrecía la forma de ese mango allí, y al rodearlo con la mano. Stan no pudo evitar hacer al menos una broma al respecto.

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