25. Se agranda la familia

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Stan no pudo dormir por varias horas esa noche, tanta era su emoción por la noticia. Cuando parecía haberse calmado, le bastaba otra mirada al regalo con la prueba de embarazo para conmoverse nuevamente, así estuvo un buen rato. Seguía recibiendo mensajes de felicitaciones por su cumpleaños de parte de sus conocidos, que querían ser de los primeros en saludarlo. Para él era una lucha interna no poder decirles todavía la novedad, decidieron que la sorpresa la revelarían primero a los invitados del día siguiente al final del almuerzo, y luego sí podría hacerla darla a conocer a todos los que quisiera.

Apenas podía agradecer y contestar con cortesía, cuando lo que quería era contarles a sus mejores amigos y colegas que era el cumpleaños más feliz de su vida, y que era el hombre más afortunado al que se le había cumplido el sueño pendiente que tenía: Tener una familia hermosa y completa llena de amor, algo que en parte la vida le había privado, pero que tenía una segunda posibilidad al vivirlo con su mujer, la bonita familia de ella, sus compañeros peludos y desde ese momento, su hijo por nacer.

Cuanto los mensajes dejaron de llegar fue el momento de ir a la cama a descansar. El problema fue que Stan estaba totalmente despabilado, no había forma de que conciliara el sueño de la emoción y la sonrisa que todavía tenía pegada en la cara. Sus ojos brillaban como dos soles, y cuando se acostaron, él se acomodó para quedar a la altura del abdomen de Kohaku y apoyar su cabeza allí, con una sonrisa feliz. Ella sonreía también, enternecida mientras le acariciaba el cabello, la reacción de él estaba siendo adorable, no hacía más que reafirmarle que Stan sería un padre muy amoroso para su futuro hijo.

- ¿Se puede ser tan feliz? –Preguntó él, suspirando contento, mientras le apoyaba su mano plana en el abdomen y la acariciaba cariñosamente con el dedo pulgar.

- Esta es la prueba de que sí. Pero no te gastes todas tus municiones de amor ahora, que esto es sólo el principio.

- Lo mismo digo, esto es sólo el principio. No te preocupes, para ustedes tendré infinitas.

- Lo que no sé es si podré resistir toda tu ternura. Si tengo antojos de dulce más adelante, sólo te necesitaré a ti.

- Entonces entrenaremos juntos de a poco, porque los dos tendremos que prepararnos para conocer a este pequeño Snyder. Al menos ya tenemos un poco de práctica con Sam y Aki.

- Tú hacías el chiste de los trillizos, pero si te pones a pensarlo, va a ser como si tuviéramos tres hijos.

- Es verdad, de alguna forma se cumplió –Suspiró profundamente, y sonrió mientras negaba con la cabeza– No puedo creerlo todavía. Te ves igual, pero dentro tuyo ya está nuestro hijo.

- Lo sé, a mí también me cuesta creerlo –Se acarició el vientre– Pero ahí está.

Aunque Stan podía estar muchas horas más así, sabía que tendría cada día de los próximos ocho meses para hacerlo, mientras que su cumpleaños recién empezaba. Él ya sabía cómo quería iniciarlo desde el principio, y con toda la energía y desvelo que tenía, no vendría nada mal continuar con su plan para dormir relajado y feliz.

- Preciosa, ¿qué te parece si me das un regalito más antes de dormir, y disfrutamos juntos una vez más el proceso mediante el cual llegamos a este feliz resultado?

- ¡Ja! Ya contaba con eso, pero déjame a mí agasajar al cumpleañero como se lo merece –Contestó, juguetona y sensual, empujándolo boca arriba y subiéndose a horcajadas de él.

- Suena bien, soy todo tuyo.

Por la mañana se dedicaron a los preparativos para recibir a los invitados. Habían pensado hacer juntos la comida para todos, eran once personas en total con ellos, aunque como siempre Ryusui se había adelantado y les había dicho que él se encargaba y ya lo había organizado a modo de regalo, no concebía que el cumpleañero tuviera que pasar horas preparando tanta comida. Xeno y Tatyana fueron los primeros en llegar, tenían mucho con lo que ponerse al día después de tanto tiempo sin verse, y contarles algunos detalles más personales que los que podían compartir cuando llegaran los demás. Se saludaron afectuosamente, así como también a los siempre presentes y mimosos Sam y Aki que no perdían oportunidad para ser el centro de atención y recibir todas las caricias. Xeno cargó a la gata en sus brazos, acariciándole la barbilla mientras ella ronroneaba, mientras que Tatyana se divertía más con Sam. Cuando los animales se sintieron satisfechos, al fin les dejaron a los amigos continuar con la recepción. La pareja científica le entregó a Stan su regalo, un elegante y costoso perfume que le encantó, y Kohaku se quedó prendida oliéndolo fascinada.

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