2. Una luz en la oscuridad

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- ¡ERES UN CRETINO! ¡¿CÓMO PUEDES DECIR ESO, MALDITO?

Kohaku se levantó, entre furiosa y con lágrimas asomándole en los ojos, tomó sus cosas rápidamente y se fue, dando un fuerte portazo. Siguió caminando a paso rápido, con los ojos escociéndole por las lágrimas que se estaba aguantando. ¿Relmente Senku se había atrevido a decirle algo como eso? Era el colmo, no podía haber sido más imbécil y grosero, por no hablar de que evidentemente no confiaba en ella, y eso era lo que la enojaba, pero aun más le dolía. Estaban saliendo hace no más de un mes, conociéndose de a poco, pero todavía no había verdadero amor entre ellos, o al menos ella no tenía ese tipo de sentimientos por él, y era evidente que él no los tenía por ella. Se gustaban mucho, sí, y ella hubiera querido más, estaba lista para dar el siguiente paso en su relación.

Pero con lo que venía pasando últimamente de que Senku sólo la consideraba una "amiga" delante de todos, había comenzado a resentirse y tener sus dudas, y ahora esto...no, no podían construir nada verdadero sobre esas débiles bases. La confianza era lo primero en una relación, y esa confianza era lo que daba lugar al amor sano, el que perdura, así lo entendía ella, y en eso creía. Pero insinuar que ella era una chica fácil que se entregaría por dinero, eso era caer muy bajo, y ciertas cosas no tenían marcha atrás. Dolía, y sabía que iba a sentirse mal por un tiempo, la desilusión era demasiado fuerte, y la sensación de pérdida también. Pero cortar con él lo que sean que fueran, más allá de la amistad que podría llegar a perdurar, quizás, era la mejor decisión, y no necesitaba pensarlo mucho más, sabía que algo se había roto, tal vez fuera su corazón.

¿Era posible querer gritar, llorar, y romper algo, todo al mismo tiempo? Porque así se sentía. Echó a correr, porque era lo único que pensaba que podía calmar la energía que bullía dentro de ella, y llegó hasta un parque cerca del centro. Allí había un árbol enorme y fuerte, de esos que no se sacudían ni un poco por una patada humana, al contrario, el atacante era el que salía herido por la rasposa corteza que tenía. Llevaba puesta una pollera, era seguro que le iban a salir moretones y cortes si descargaba su ira contra el árbol, pero no le importaba ni un poco. Comenzó a dar patadas como si el árbol fuera su oponente, varios minutos sin parar, y unas lágrimas cayeron de su rostro, aunque no sabía si eran de dolor físico o emocional. Pero siguió así hasta que escuchó una voz a sus espaldas.

- Lo que sea que te haya hecho ese árbol, debe haber sido grave para que le pegues así.

Kohaku se volteó rápidamente, porque dicha voz le sonaba conocida, y vio que era Stan el que la miraba con una sonrisa burlona, cargaba en sus manos unas bolsas de compras. Chasqueó la lengua, molesta, y abandonó su ataque.

- Fue un buen sustituto para mi descarga.

- ¿Y se puede saber a qué viene tanto enojo y ganas de auto-infligirte daño? –señaló con su cabeza la pierna raspada y colorada, y su expresión se volvió entre seria y preocupada.

- Me peleé con Senku. Fui a visitarlo y terminé diciéndole lo de que anoche me quedé en tu casa por la lluvia. Pero el tonto malinterpretó todo, no confió en mí y encima me insultó de una forma que no voy a perdonar. Así que vine a descargar aquí toda la bronca que siento, aunque el árbol no se lo merecía.

- Hmm, entiendo –Se acercó más a ella, y entrecerró los ojos para mirar la lastimadura– ¿Me cuidas esto unos minutos? Ya vuelvo.

- ¿Qué? ¿A dónde vas? –Pero él ya se había dado vuelta y caminaba a paso rápido, vaya saber a dónde. Kohaku se sentó en el pasto a esperar, intrigada.

Unos pocos minutos después, lo vio volver con una pequeña bolsita en su mano. Antes de que pudiera preguntarle a dónde había ido, él se arrodilló junto a ella, y sacó una botellita de desinfectante, gasa y unas vendas.

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