Al día siguiente, Kohaku se despertó con el ánimo renovado, acobijada entre los fuertes y a la vez tiernos brazos de su esposo. A pesar de que ya las noches no las podía dormir de corrido ya que se despertaba seguidamente para acomodarse o para ir al baño, lo dulcísimo y empático que había sido Stan para devolverle su amor propio la noche anterior lo consideraba inolvidable. Su amado esposo siempre tenía la palabra justa para ayudarla o apoyarla, rara vez era egoísta o impaciente, agradecía cada día por compartir la vida con un hombre así.
Aprovechando que se había despertado unos minutos antes que la alarma, se arrastró hacia arriba para quedar cara a cara con Stan, y empezó a regarle el rostro con suavísimos besos, hasta que sintió la sonrisa en el rostro de él, que todavía no abría los ojos, pero mostraba así su contento por empezar el día de esa forma.
- Buen día, preciosas –Saludó con su voz rasposa y ronca, devolviéndole un beso en los labios a su mujer, y acariciándole la panza.
- Buen día, precioso –Susurró Kohaku, le encantaba ver el rostro adormilado de su guapísimo esposo.
- ¿Te puedo pedir un favor?
- Todos los que quieras.
- Empieza por despertarme así pasado mañana, ese regalo me basta.
Kohaku sonrió ampliamente y se acurrucó, volviendo a bajar su cuerpo para apoyar el rostro sobre el pecho de él. Le encantó el detalle de que Stan recordara ni bien se estaba despertando de que en dos días era veintisiete de marzo, el tercer aniversario de boda de ambos.
- Te lo daré tres veces, uno por cada año de casados. Y tenemos la suerte que va a ser domingo, podemos pasarlo juntos de principio a fin.
- ¿Qué mejor? Aunque si hubiera sido en día de semana, pasaba parte de enfermo, nada me privaría de pasar un día tan especial con mis princesas, combo dos en una por tiempo limitado.
- No dudo que lo harías –Rió Kohaku– El tres es un número muy poderoso y especial.
- Te creo que lo es, y aquí tenemos la prueba –Coincidió, frotándole con delicadeza el abdomen– Nada menos que nuestro regalo para el tercer aniversario. Pero fuera de eso, ¿hay algo que tengas muchas ganas de hacer? ¿Un viajecito exprés?
- Hmmm... Me encantaría, pero a la vez ya sabes que no estoy muy cómoda últimamente como para hacer un viaje que implique dormir fuera de casa o pasear mucho. Aunque pensé en un plan que creo que te va a gustar.
- Quiero oírlo.
- Podemos hacer picnic y paseo por el Jardín Shinjuku Gyoen, en el mismo lugar donde nos casamos. Lo lindo de nuestros aniversarios es que siempre estaremos en temporada de Hanami, así que tenemos ese detalle tan bonito y romántico que nos recordará tal como fue nuestro día especial.
- Es perfecto, nada mal –Asintió, encantado con la idea– No puedo esperar para compartirlo el año que viene con Saori, hacerla parte de este "ritual".
- Por muy poco... Si estuviéramos al norte de Hokkaido, durante el mes de Mayo están también en plena floración los árboles de cerezo.
- Entonces cuando cumpla su primer año, iremos con ella allí para festejárselo.
- Es un lindo plan –Sonrió enternecida– Sólo tú puedes estar pensando cómo y dónde festejar su primer año cuando todavía no nació.
- ¿Sólo el primer año? Qué ingenua, ya me imaginé todo de sus primeros diez años de seguro, preciosa.
- ¡Ja! A ver, cuéntame uno.
- Bien. Hmmm... Para cuando cumpla cinco años, y ya que es mi princesita, quiero que se lo festejemos a lo grande y en esa temática, ya que a las niñas les suele gustar eso a esa edad. Encontrar un castillo, ya sea japonés o si hay alguno occidental, y pedir permiso para hacer un pequeño acto. Ya sabes, todos vestidos como de la realeza, presentarme ante ella en un caballo blanco y llevarla a cabalgar conmigo, tomar el té o alguna cosa así, cumplirle sus caprichos y sueños por ese día.

ESTÁS LEYENDO
Otros Caminos
RomanceStan y Kohaku se conocen y al poco tiempo él le pide que dé clases de japonés. En ese entonces ella sale con Senku, pero una fuerte escena de celos termina con la pareja, y Kohaku decide seguir adelante. Se encontrará con la personalidad seductora y...