23. Prioridades

73 5 80
                                    

Las dos semanas de luna de miel habían llegado a su fin, y era tiempo de volver. Habían pasado unos días soñados, llenos de memorables y preciados momentos juntos, además de todas las deliciosas comidas que habían probado, y lugares visitados. Tenían esa contradictoria sensación de no querer volver, de querer seguir conociendo y disfrutando cada bello rincón de ese país y del mundo, y al mismo tiempo estar ansiosos por volver a Japón, donde les esperaba su vida, familia, amigos, y por supuesto, su hogar junto a Sam.

Disfrutaron hasta el último minuto, y comenzaron el largo viaje de vuelta a Tokio. El vuelo iba a ser mucho más cansador, casi cuarenta horas de viaje entre tiempo en el aire y escalas. El primer vuelo era el viernes al mediodía desde El Calafate hasta Buenos Aires, donde tendrían que esperar casi cinco horas hasta el siguiente vuelo, al anochecer, el cual los dejaría en la segunda escala, Houston. Allí llegarían cerca de las seis de la mañana, y tendrían que esperar casi hasta el mediodía para tomar el siguiente y último vuelo hasta Tokio. Lo bueno de aquello era que una vez más, Xeno y Tatyana se habían ofrecido a ir a buscarlos, y al menos les daba el tiempo de tomar un buen desayuno juntos y hablar unas horas. El primer viaje fue tranquilo y cómodo, sólo de tres horas, y decidieron quedarse en el aeropuerto, quedándose en una cafetería para pasar el tiempo. El segundo vuelo duró seis horas, pero lo pasaron durmiendo mayormente, por lo cual fue bastante agradable también.

Una vez que recuperaron sus bolsos y valijas, se encontraron con la pareja que los esperaba afuera. Todavía era de madrugada y de noche, y se recibieron con un cariñoso abrazo.

- ¡Xeno! ¡Tatyana! –Exclamó Kohaku– ¡Qué bueno es volver a verlos y que haya coincidido nuestra escala aquí!

- Bienvenidos nuevamente –Saludó Xeno– Se ven muy bien, no tengo ni que preguntarles si lo disfrutaron... ni si comieron bien.

- Qué poco elegante, Xee –Dijo Stan, alzando una ceja, aunque luego sonrió y abrazó a su amigo– Lo admito, tenemos un par de kilos de más, pero danos un mes y no habrá ni rastro del regalito extra que dejaron los alfajores y chocolates en nosotros, y valió la pena cada bocado.

- Con ese comentario tú no te mereces nada, pero igual les trajimos unas cajas para que conozcan esos dulces y los disfruten como nosotros –Dijo Kohaku, mirándolo feo en broma.

- No me miren a mí, yo hubiera hecho lo mismo que ustedes –Se excusó Tatyana– Además que frío y chocolates son la combinación perfecta.

- Alguien que habla con sensatez al fin.

- No hizo tanto frío, pero la excusa nos sirve. ¿Ves, Xeno? Tienes suerte de tener una novia con tanto sentido común, a ver si aprendes.

Tatyana le guiñó un ojo a su novio, y pasó coquetamente a su lado, haciéndolo sonreír. Como era demasiado temprano todavía, fueron a la casa de Xeno a desayunar y pasar el rato, mientras los esposos contarían en detalle los mejores recuerdos de toda la luna de miel, a la par de mostrarles las fotografías y videos que habían tomado. También les entregaron los regalos, las cajas de dulces y la chaqueta larga de cuero que le habían comprado a Xeno, además de una bonita cartera tallada a Tatyana. Las horas pasaron rápidamente, disfrutaron al máximo el tiempo juntos, y durante la última hora fue el turno de la pareja de científicos de contarles un poco de su día a día, junto con un par de bonitas novedades.

- Tengo algo que compartirles –Dijo Tatyana, con una amplia sonrisa– Tenía la opción de volver a Roscosmos, ya que el proyecto principal que estaba haciendo la agencia espacial rusa con la NASA terminó, luego de dos años. Pero decidí quedarme, pedí que me transfieran aquí y adjudiquen los siguientes proyectos en conjunto. Y aceptaron, así que mi mudanza a Houston ya es definitiva.

Otros CaminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora