Pasado: Aquéllas Veces...

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《Nunca he estado cerca de aprender como olvidarte, para ser honesto nunca lo quise intentar-
Morat: Acuérdate de mí.》

Terminó de abotonarse la camiseta del uniforme, por la casa se escuchaba música alegre, y la voz de Irazue murmuraba las letras de esas canciones, hoy era la boda de Sesshomaru ¿Con quién? Eso no lo sabía, en realidad, desde hacia dos años solo sabía lo poco que Irazue contaba de él.

Se colocó las calcetas, la noticia de que Sesshomaru se casaba le había caído como una cubeta fría de agua, él simplemente había desaparecido, no había contestado sus llamadas y mensajes, había llegado a pensar que estaba muerto, y por eso no contestaba, pero la respuesta, junto con la noticia de la boda le habían llegado hacia cuatro meses, su amigo de toda la vida la quería fuera, ella debía respetar eso.

Tomó su mochila, aguantó el dolor pesado en su pecho, ni su madre o ella habían sido invitadas al evento, no sabia si eso era bueno o malo, pero si era totalmente honesta, que no las invitaran había sido lo mejor, ella no soportaría verlo casarse con otra.

Sin despedirse de nadie, salió de su casa en dirección al instituto, tenía tanto trabajo que hacer que no podía ponerse a llorar, todavía no.

**************

Se tomó la cien, estaba realmente agotada, esa mañana no había desayunado, y también se había saltado el almuerzo, estaba algo mareada, pero si intentaba comer algo terminaría vomitando, revisó la hora en su teléfono, apenas eran las dos de la tarde, podía regresar caminando a casa, tomo la dirección contraria a la parada de autobuses, su mente era un completo enredo, no podía dejar de imaginar cómo sería la esposa de Sesshomaru ¿Ella era bonita? ¿Amable o alegre? La verdad era que todo eso no importaba, esa mujer estaba apunto de casarse con el hombre que ella había amado todos estos años, mientras que ella solo estaba dando su mayor esfuerzo para graduarse en enfermería. Suspiró, estaba tan cansada de todo, las emociones que quiso contener todo ese día comenzaban a sobrepasar su control.

Se detuvo a esperar el cambio de semáforo, entonces al último ser que esperaba ver, pasó frente a ella, un serio Sesshomaru miraba por la ventana del auto, su largo cabello plateado caía perfectamente peinado por su espalda, vestía un elegante traje azul marino, aunque solo podía ver su rostro y parte de su espalda, para ella él se veía perfecto, más guapo de lo que alguna vez lo vio, los ojos ámbar hicieron contacto con los azules, fueron segundos, y no, el tiempo no se detuvo, si no que avanzó a su ritmo normal, apenas pudieron verse el uno al otro, Aome miró como el auto solo avanzó hasta desparecer en el tráfico.

El peso en su pecho se hizo más pesado, apenas vio que podía cruzar la calle lo hizo, corrió hasta su casa, lo más rápido que sus piernas le permitieron, con las manos temblorosas abrió la puerta, y agradeció que no hubiera nadie, subiendo de dos en dos las escaleras llego en tiempo récord a su habitación, abrió su pequeño armario y rebusco entre los cajones, su habitación se volvió un desastre de ropa y lamentos, no tenía ni idea de en que momento había comenzado a llorar, pero sus lágrimas caían sobre la ropa mientras buscaba su objeto más preciado.

Soltó un gemido de dolor, desde que había sabido de la noticia de la boda no se había permitido llorar, es más cuando había recibido la noticia, solo había sonreído y dicho un "Me alegra mucho" pero ahora, después de mirarlo listo para prometer su vida a otra, su corazón ya no pudo más, ella ya no podía más. Sollozo mientras se tapaba la cabeza con una camisa que Sesshomaru había dejado olvidada ahí, ese simple pedazo de tela se había vuelto su más preciado objeto.

Abrazo sus piernas mientras lloraba llena de desconsuelo, él nunca seria suyo, eso estaba claro, pero al menos, el dolor que sentía, solo era suyo, se aferró a ese sentimiento, Sesshomaru ya era de otra mujer, pero el dolor que sentía era solo de ella, y aunque fuera dolor, ese sentimiento era suyo y de nadie más. Lloró hasta quedar sin fuerzas para más, hasta que el cansancio la dominó, se acomodó en el piso cobijandose con aquella camisa que significaba tanto.

El Viudo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora