Prólogo: Amarga Boda.

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Dedicado a: betyboop21

—Todos los cambios, aún los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía— Anatole France.

Hay momentos y días, que impactan y cambian el curso de nuestra vida, estos sucesos pueden ser buenos o malos, es un juego de azar, no sabes cómo será el momento que cambie tu vida, puede ser la muerte de alguien que ames mucho, tu cumpleaños número 18, graduarte de lo que siempre soñaste ser, ¿Y porque no?, el día de tú boda, las bodas... Es ese día con el que toda niña sueña, e incluso planea, es el día que se espera con ansias, el día que prometes amor, fidelidad, paciencia y amistad, a la persona que amas, y es que, solo quién ama de verdad puede tener el valor de prometer, y la fuerza para cumplir dicha promesa, por supuesto, una chica como Aome no fue la excepción a esa regla, había imaginado como sería este día desde que era muy pequeña, y los últimos cuatro meses de su vida, junto a su prometido Sesshomaru habían planeado este día.

Se miró al espejo, solo faltaban unos minutos para que su boda iniciará, y ya estaba lista, miró con detalle su reflejo buscando algún defecto, quería verse perfecta ese día, su vestido, de color blanco hueso de seda, estaba perfectamente planchado, no tenía ninguna arruga o sucio, era un vestido sencillo y elegante, su cabello estaba recogido en un trenzado que daba apariencia de ser una tiara, dejando unos mechones de cabello haciendo que se viera más juvenil, su maquillaje era suave, resaltaba sus largas pestañas y su cejas anchas, sus labios eran resaltados por un hermoso labial rojo, sonrió, se veía como siempre imaginó, chilló de emoción, se estaba cansando con Crush ¿Podía ser más irreal la vida? ¿Podía ser más sorprendente este momento?.

Sonrió como una boba y miró por la ventana, desde donde estaba podía ver la decoración, tendrían una boda al aire libre, todo se veía sumamente bello, habían peonías blancas y girasoles decorando las banquetas y el altar, le encantaba la combinación de flores que Sesshomaru y ella habían elegido, él eligió las peonías, y ella los girasoles, río, incluso parecía una ironía, Sesshomaru era como una peonía blanca, refinado, hermoso, rozando la perfección, y neutro como el blanco, en cambio ella, era todo un girasol, amarilla de alegré, bonita de una forma poco convencional, con defectos, pero atrayente, con un interior oscuro que salía a flote cuando alguien se metía con su carácter de los mil demonios. Tubo miedo de estar soñando, Sesshomaru y ella habían recorrido un largo camino, él ya había estado casado con otra mujer, y también había una brecha de diez años que separaba sus edades, era conocido de que su futuro esposo era muy inteligente y maduro, en cambio ella aún tenía momentos que actuaba como una niña pequeña y consentida, solo esperaba que él siempre viera sus cualidades, antes que sus defectos, los cuales sabía, eran muchos, tal vez demasiados.

Tock, Tock...

Unos toques en la puerta detuvieron el desastre que se estaba armando en su mente, dijo un suave pase, y por la puerta entró su padre, esté la miró con orgullo, ella sonrió, al ver el rostro de su progenitor, se hizo más real que uno de los momentos que cambiarían su vida estaba más cerca de lo que imaginaba.

—. Te ves preciosa— dijo mientras se acercaba a ella y le daba un abrazo, su padre en algún momento de su adolescencia también había sido participé en sus momentos de cambios, y estaba muy agradecida de que la acompañará este día tan importante.

—. Gracias papá— dijo mientras lo soltaba, él la miró con una sonrisa.

—. Se que estás emocionada, pero— la miró a los ojos—, si quieres irte ahora mismo, cancelamos todo— río, sabía que su padre hablaba enserio, pero le parecía una total locura dejar plantado a Sesshomaru, negó con una sonrisa.

El Viudo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora