Pasado: Cigarrillos.

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"Dejar de fumar es fácil, yo ya lo dejé como 100 veces— Mark Twain"

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"Dejar de fumar es fácil, yo ya lo dejé como 100 veces— Mark Twain"

Respiro hondo, y tomó un largo sorbo de té, esperaba que eso aliviara un poco sus nauseas, intentó relajarse, pero se sentía demasiado frustrado. Todo el tema del funeral iba a volverlo loco, más loco de lo que ya estaba.

Miró en silencio el rostro destrozado de Naraku, él hombre transmitía una profunda expresión de dolor mientras miraba el fino ataud blanco, Sesshomaru se trago el asco, Rin era todo menos buena, era una mujer podrida por la ira, los celos y la deslealtad. No tenía ganas de jugar al esposo dolido, estaba cansado, fingir nunca había sido su hobby, pero ahí estaba, una vez más, pretendiendo.

—. Hijo— la voz suave de su madre fue como un arrullo, ella se sento a su lado, y lo abrazo fuerte—, tomalo con calma— fueron sus palabras—, sal, y toma algo de aire fresco, debes sentirte abrumado con todo esto— ahí estaba, una persona que sí se interesaba de verdad en él.

—. Eso haré— se levantó del incomodo sillón, y le dio a su madre el té que estaba tomando, salió con pasos cansados de la funeraria, pasaba de media noche, pero aún había mucha gente, Sesshomaru se sentía como un animal en exhibición, esas personas que venían a “acompañarlo” en su dolor, solo eran ojos expectantes, esperaban el momento en que él mostrará una emoción de debilidad, o algo que demostrará que amaba a Rin, pero él no podía actuar igual de destrozado que su ex-suegro, no cuando nunca amo a esa mujer, no cuando ella le había hecho tanto daño.

Suspiro aliviado de no sentir tantas miradas sobre él, afuera, soplaba un aire fresco, sintió como el peso sobre sus hombros desaparecía esa incómodidad, rebusco en los bolsillos de su saco un cigarrillo y un encendedor. Necesitaba fumar un poco, solo un poco, solo para soportar aquello, lo colocó entre sus labios, y lo encendió, el humo se abrió paso por su boca, ¡Que relajante! Exclamó su cerebro al sentirse la nicotina.

Dio una calada larga y profunda, saboreando la sensación, se suponía que lo había dejado, pero nuevamente, ahí estaba, disfrutando de un cigarrillo, quería dejarlo, pero no podía, era tan relajante, le provocaba tanta paz, dio una calada más.

—Sesshomaru— aun con el cigarrillo atrapado entre sus labios, escucho su voz, esa voz que no imagino escuchar ese día. Se giró lentamente, esperando estar alucinando, pero no, frente a él, con una expresión cansada y avergonzada, Aome, ataviada en un vestido negro, lo miraba, y él sintió mucha vergüenza, rápidamente tiro el cigarrillo, ahora, lo que le daba paz, le estaba provocando vergüenzas. Se aclaró la garganta, intentando recuperar su dignidad.

—. Buenas noches— dijo lo más tranquilo que pudo.

—. Buenas noches— respondió nerviosa—, disculpa la interrupción—Aome agradeció la poca luz en el patio de la funeraria, así él no vería su sonrojo, jamás pensó encontrarlo fumando, es más, jamás pensó que él fumara—, acabo de llegar, y tu madre, yo me la encontré, ella me dijo donde estabas, pensé que quizá necesitarías algo— comenzó a excusarse, hablando rápido, sentía que estaba invadiendo su privacidad, quizás, él estaba más destrozado de lo que pensaba por la muerte de su esposa ¿Que pensabas niña tonta? Se reprendio a si misma,  maldita sea, era un funeral, no una reunión social, se trago el nudo en su garganta, y el peso de la culpa cayó sobre ella ¿Como había sido capaz de sentir alivio por la muerte de Rin? ¿Como si quiera había pensado que esté era su chance? No cabía duda, era una mujer despreciable—, lo que quiero decir— se sentía miserable—, lamento la muerte de tu esposa— se obligó recordase quien era Rin, que ella era su esposa, guardo silencio, sin saber que más decir, pero ya no tenía palabras. Sesshomaru la miró, no sabía que decir.

—. No esperaba verte— soltó él, pues era la verdad.

—. Perdón— se apresuró a disculparse—, hemos perdido el contacto por años, y tal vez sientas que una extraña vino al funeral de tu querida esposa— se recordó que no podía llorar, no ahí—, pero quise venir y verte, hacerte compañía esta noche—sintió las piernas temblorosas, Sesshomaru seguía siendo el hombre que la ponía de cabeza, quien le aceleraba los latidos.

¿Así se siente un espejismo? Se cuestionó ¿Los espejismo pueden hacerte feliz? Pues su espejismo estaba a unos pasos de distancia, si alargaba sus manos podía tocarlo, y sentir su calidez.

—¿Quieres caminar?— pregunto con voz suave la azabache.

Caminar, correr, dormir, comer, hacer el amor, lo que ella quisiera, él lo haría, asintió, Aome le sonrió y camino hacía él, rompiendo esa distancia. En silencio, ambos caminaron lento, saliendo de la funeraria sin ser vistos, fue una escapada rápida y tranquila. Sesshomaru respiro hondo, la brisa fresca de medianoche le acariciaba el rostro.

—. Ya soy enfermera— Aome comenzó a hablar—, ha sido muy caótico todo, pero divertido— quería ponerlo al día con su vida, tal vez, esa brecha de años separados, podía volverse más corta—, tengo una compañera de cuarto, esta realmente loca— soltó una risa suave—, se llama Sango, y aunque ya dije que esta loca, es la persona más organizada que he conocido, de hecho, ella me ha ayudado mucho— la brisa nocturna les acariciaba los cabellos, y los revolvía de manera traviesa—, ya no dejo tirados mis calcetines, así que ahora logro conservar los pares— sintió algo de vergüenza al recordar como dejaba tirado todo.

—¿Entonces los tiempos de usar calcetines impares se acabó?— Sesshomaru preguntó con una suave sonrisa, recordó con nostalgia, como Aome salía casi siempre con un calcetín de un color diferente en cada pie.

—. Se acabó, tuve que ser regañada por Sango para por fin cuidarlos— recordó con escalofríos la reprimenda que le dio la castaña sobre el orden y la limpieza.

—¿En que turnos trabajas en el hospital?— quizo esconder su sonrisa estúpida cuando él le pregunto aquello.

—. Son turnos rotativos, Alexander los odia y se queja siempre que puede— río recordando los berrinches que hacía para que no les cambiaran el turno.

—¿Alexander?— saboreo con amargura el nombre, se oía extranjero, pero Aome lo había mencionado tan natural y alegre, que las alarmas en su cabeza resonaron fuerte.

Aome fue consiente, y supo que no debía negar quien era Alexander—. Él es mi compañero de trabajo, pero también es mi novio— detuvo sus pasos y miro a Sesshomaru, quien también, paro su caminar, y ahora la miraba a los ojos.

—. Parece que el tiempo ha pasado volando para nosotros— la tristeza se notó en su voz—, ahora yo soy un viejo viudo, y tu ya has entrado en el mundo de las citas—había mucha calma en sus palabras, pero sus ojos no decían nada, eran un completo vacío—, debemos regresar— él se giró, dándole la espalda, pero espero que ella caminara a su lado, ninguno dijo una palabra más, simplemente parecía que el ambiente amistoso entre ellos había acabado abruptamente.

Se despidió con un corto buenas noches del peliplata y se fue a llorar auto, mientras las lágrimas llenaban sus mejillas se preguntaba ¿Porque lloraba de aquella manera tan absurda y desconsolada? Sesshomaru nunca fue suyo, Sesshomaru aun siendo viudo era un imposible, él se había casado porque amaba a Rin, ella no cabía en ese lugar.

Sesshomaru se sentó en patio, sacó un cigarrillo nuevamente, y lo encendió, disfruto de la soledad, Aome ya tenía novio, la noticia le había caído con agua hervida, había sido sorpresivo y doloroso, al punto de arder, justo cuando él, por fin había decidido pedir el divorcio, justo cuando ahora era libre, soltó el humo retenido en su boca, y tomó otra calada profunda.

De nada servían las lamentaciones, se obligó a relajarse, pronto tendría que regresar adentro, junto con esas personas, lo mejor sería estar relajado y disfrutar ese último cigarrillo.

Continuará....

Atte:Lovestruck.

El Viudo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora