Capítulo 2: Mi Amada.

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Dedicado a:AnaVelzquez5

—¿Si ella dejara de sonreír?—

—. Entonces, yo ya no tendría razón para vivir—

Aunque ya perece pasado de moda llegar virgen al matrimonio, ella lo había logrado, se había puesto como objetivo que cuando se casará (no sabía con quién) ella sería virgen, porque ese sería un regalo para el hombre que fuera su esposo, ahora, con 25 años, y dos novios después, estaba en su noche de bodas con el hombre que había amado desde siempre.

¡Maldita sea! ¡Era tan virgen! Lo único atrevido que hizo fue envíar una fotógrafa en sostén, y después de eso se había sentido tan mal que no lo volvió a hacer, suspiro abrazando a Sesshomaru, hacía un buen rato que la canción había terminado, pero ellos seguían bailando suavemente, mientras se abrazaban con cariño, estaba nerviosa.

¿Y si no era lo suficientemente buena? No era un alma inocente, una que otra vez en sus noches de soledad había probado el arte de complacerse así misma, también, había recibido educación sexual, en su profesión como enfermera había visto situación difíciles, incómodas, raras, incluso hombres desnudos con erecciones moradas por abusar de algún estimulante, ya sabía todo referente a lo que sucedería, no debía preocuparse ¿A quién engañaba? Ella solo tenía teoría y cero práctica, todo lo referente a la intimidad para ella era desconocido.

—. Aome— se aparto para mirar a Sesshomaru, esté le sonrió y acarició la mejilla—, eres tan hermosa— la besó con dulzura en los labios, derritiendo todo su ser, escuchó como una fuerte tormenta empezó a caer, se abrazo al peliplata, su corazón latía como un loco, la vida puede llegar a ser tan impredecible, si alguien le hubiera dicho hace un año que se casaría con Sesshomaru se habría reído por lo irreal que eso parecía.

Con la respiración un tanto acelerada, separaron sus labios, Aome miró los brillantes ojos ámbar, se sonrojo, siempre que se tratara de Sesshomaru su corazón y su mente se volverían locos.

Entonces, cuando el momento era perfecto, romántico, casi un sueño, su estómago gruñó como un león molesto, Sesshomaru la miró sorprendido, para después soltar una carcajada, la azabache se sonrojo, poniéndose sería.

—. Vamos a cenar— la soltó, le tomó la mano, ambos bajaron en silencio las escaleras y entraron a la cocina, Aome miraba todo con emoción, la casa era presiosa, acogedora, tenía el sentimiento de ser un verdadero hogar.

—¿Que quieres cenar?— le pregunto a Sesshomaru mientras revisaba dentro del refrigerador.

—. Me gustaría algo de sopa— dijo casual, Aome asintió y comenzó a sacar los ingredientes—, también podemos pedir algo a domicilio— dijo mirando que la azabache se sujetaba el cabello, ella solo negó —¿No estás cansada?— otra vez ella solo negó con la cabeza, le extraño que ella no estuviera hablando tanto como siempre, seguramente estaba molesta, o incómoda, escuchó un trueno y la pequeña solo dió un pequeño brinco de sorpresa, tal vez estaba asustada—¿Estás asustada?— le pregunto.

Aome dejó de cortar unos tomates y lo miró, asustada no era la palabra, más bien era nerviosa, entonces negó con la cabeza y regreso a lo que hacía.

—¿Segura?— sintió como se paró junto a ella, su estómago se revolvió, debía dejar de estar nerviosa, las relaciones sexuales son normales en las parejas, tal vez le estaba dando muchas vueltas al asunto, Sango le dijo que solo se relajará y no tuviera miedo, desgraciadamente, no estaba relajada, y sentía muchos nervios e inseguridades, por su mente pasaban estupideces como que ella no tendría un cuerpo tan lindo como el de otras mujeres—¿Aome?— salió de su letargo, miró que había picado muchas veces el mismo trozo de tomate—. Cariño— Sesshomaru le acarició un hombro y ella lo miró—¿Estás bien?— se sonrojo, estaba tan atontada que apenas le prestaba atención al origen de su locura.

El Viudo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora