Pasado: El Prometido.

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“Aunque haya dicho: te quiero, a muchos, y haya tenido citas y besado a otros

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Aunque haya dicho: te quiero, a muchos, y haya tenido citas y besado a otros.
En el fondo, solo te he amado a ti—
Frida Khalo”

Carajo, siempre fue un hermitaño, pero hasta ahora se daba cuenta de cuanto lo era, tomó una copa de uno de los meseros que pasó frente a él, le daba su regalo a su madre, decía unas palabras de felicitaciones y se largaba de ahí.

Le fue fácil encontrar la reluciente cabellera plateada de su madre, ella saludaba contenta a todos en la fiesta, debía admitir que se veía realmente feliz, estaba celebrando su tercer aniversario, y ya habían pasado 8 meses desde el fallecimiento de Rin, las personas ya no le miraban con lástima o tristeza, y eso lo tenía agradecido, había odiado con todo su ser esas miradas y palabras de “consuelo” ahora, todos se entraban en su madre.

—. Felicidades— le dijo con tranquilidad mientras su madre le daba un abrazo fuerte.

—. Gracias, pero ni si quiera pienses en huir— le advirtió su madre, aun abrazándolo con fuerza.

—. Mamá— iba a protestar.

—¡Aome! ¡Naomi!— grito su madre para después liberarlo de su abrazo, se sintió nervioso de inmediato, después de aquella noche en el funeral no había vuelto a ver a la azabache. Se giro lentamente, encontrando a madre e hija, pero amabas venían acompañadas, Naomi era acompañada por su esposo, y Aome por un chico alto, de facciones occidentales, era notorio que ese chico no tenía ni una gota de sangre asiática, se sintió descolocado ¿Esos eran los gustos de ella?

—¿Así que tu eres Alexander?— su madre preguntó demasiado amable para su gusto, sintió el estomago revuelto, recordaba con desagrado ese nombre.

—. Sí, un placer conocerla señora Irazue— el joven hablaba un fluido japonés, casi perfecto—, yo soy Alexander— Sesshomaru contuvo una mueca no había necesidad de repetir su nombre, ya sabían como se llamaba—, el prometido de Aome— dijo con una sonrisa resplandeciente, y él sintió como si le hubieran atestado un puñetazo en el estómago, se perdió de la realidad, incluso olvido sostener el vaso en su mano, dejando caer este al suelo, como si el objetivo de vidrio supiera que causaría más melodrama hizo un ruido lleno de estruendo la caer al suelo y partirse en pedazos, se produjo un silencio, y muchas miradas cayeron sobre él, ¡Carajo! Pensó molesto.

—¡Sesshomaru, dios mío!— exclamó su madre, haciendo que los ojos azules de Aome lo notarán, se sintió como un bobo e intento rescatar un poco de su magullada dignidad.

—. Tranquila— le hablo a su madre—, no he dormido bien, solo fue un mareo— mintió de manera patética y miserable, su madre le dio una sonrisa nerviosa, mientras el se agachaba recoger los pedazos de vidrio ¿Dónde carajo estaba la ama de llaves? ¡Mierda, debió irse de ahí antes! Escuchó como su madre soltaba una broma sobre ser su propio jefe y como se explotaba así mismo aligerando el ambiente.

—. Te vas a lastimar de esa manera— Aome le hablo con voz dulce y con ayuda de un pequeño mantel comenzó a recoger los pedazos de cristal, al estar tan cerca, el olor de ella acarició su nariz, era delicioso, como las flores en primavera, dulce y embriagante.

—. Disculpen— el ama de llaves se hizo presente con los artículos necesarios para limpiar su desastre, murmuró un gracias y se puso de pie junto a la azabache, la miró, estaba preciosa, usaba un bonito vestido rosado, su maquillaje suave, la verdad, cada vez que la veía ella era inexplicablemente más bella.

—. Buenas tardes— fue su tardío saludo, Aome le regaló una sonrisa, y se le estrujo el corazón.

—. Buenas tardes Sesshomaru, veo que los años ya te pasan factura, los mareos pueden síntomas de Alzheimer— bromeó ella, se forzó a reír, quizá ya era mayor, pero tampoco era un anciano, y menos un anciano demente.

—. No creo que sea Alzheimer, quizás estrés, soy un adulto, más no un anciano— la miró serio.

—. Tranquilo— Aome le dio unas suaves palmadas en el hombro—, la primera etapa es la negación, pronto lo aceptaras— la miró secar una lagrima falsa.

—. Mira quien habla de envejecer— dijo sarcástico—, ya no te dirán señorita, pronto serás una señora—Aome río nerviosa, casi de manera forzada.

—. Aún no lo asimilo— un mesero paso frente a ellos ofreciéndoles una bebida, no lo dudaron, y ambos tomaron una copa, Aome se apresuró y tomó una largo sorbo.

—¿Cuando será la boda?— preguntó, tenía ganas de ponerse sal sobre la herida.

—. En verano del próximo año— dijo ella, sintió el nudo en la garganta, eso era en 8 meses, menos de un año.

—. Felicidades— fue su escueta respuesta.

—. Muchas gracias— murmuró la azabache, un pesado silencio cayo entre ambos, Aome se iba a casar, que estúpido era pensar en que por fin tendría una oportunidad, se terminó con prisa la copa de vino, ya no quería estar más ahí.

—. Si me disculpas— miró el rostro confundido de la azabache—, tengo asuntos que atender, y ya debo retirarme— hizo una suave reverencia.

—. Sesshomaru— Aome lo llamo, y lo sujeto del brazo, deteniendo sus pasos y también causandole un ataque al corazón—, me gustaría que me des tu número— miró como las mejillas se le coloreavan de un rojo vivo, y eso le pareció lo más hermoso que había visto en mucho tiempo—, antes fuimos los mejores amigos— ella hablaba sumamente avergonzada, y no soltaba su brazo, la esperanza ardió en su corazón ¿Quizás tenía una posibilidad?—, la verdad, he extrañado tu compañía, te he extrañado— admitió, un remolino de emociones se movieron en su corazón, emociones que creía muertas—, pronto será mi boda, y quiero que estes presente—y en esa última frase se iba su fe y esperanza, miró sus ojos azules, entonces le fue imposible apartarla ¿Que importaba dañarse a si mismo mientras estuviera a su lado?

Suspiro, y le dio su número, entre lleno de felicidad y destrozado, pero quien diría que ese sería el punto de no retorno para ambos, quien diría que bajo la excusa de volver a ser amigos, Aome rompería su compromiso y solo unos pocos meses después se casaría con un hombre 10 años mayor que ella y que también era viudo.

Continuará...

El Viudo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora