Capítulo 4: Palabras mudas.

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Dedicado a: RaquelTaisho

Nada duele más, que las palabras dichas, pero no escuchadas》

Aome abrió los ojos, el cuerpo le dolía, y una parte muy específica de sí, estaba particularmente incómoda, dolía, no mucho, pero era incómodo.

Se cubrió el rostro con la sábana, anoche, Dios, se había portado como una desatada, y Sesshomaru, ¡La había visto desnuda! Se sonrojo al recordarlo, anoche muchas cosas no le habían importado, chillo avergonzada, ¡Habían hecho el amor! Una sonrisa de retrasada mental se le instaló en los labios, la forma en que la había besado, tocado, su corazón corrió desenfrenado, quería hacerlo de nuevo, quería revivir lo de anoche, su cuerpo cosquilleba.

¿Era esta sensación de plenitud de la que tanto hablaban? ¿Así se sentía un feliz para siempre? Volvió a soltar otro chillido, a su mente solo llegaron unos hermosos ojos ámbar, anoche esa mirada dorada le había dicho tanto, le había expresado pasión, ternura, amor, fue una total avalancha de emociones, en su corazón sintió el deseo de volver a estar así con Sesshomaru.

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Nunca un baño se había sentido tan bien en su vida, secó su cabello con una toalla mientras caminaba por la casa, lo único que tenía era ropa interior, y nada más, suspiró, a fuera llovía demasiado, lo más seguro era que Sesshomaru no llegaría pronto, ¿Como era el lema? ¿Lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío? Soltó una pequeña risa y camino al clóset, el espacio estaba bien ordenado, así que encontró rápido que ponerse.

Mientras se colocaba la camiseta su mirada cayó sobre una caja roja, era pequeña, y estaba en el estante más alto, sintió curiosidad, tal vez ahí no había nada, aunque también ahí podía encontrar algo. Dudó, entre ella y Sesshomaru había mucha confianza, pero también habían estado demasiado tiempo separados viviendo sus vidas, sí él quería podía preguntarle que había estado haciendo todo ese tiempo, pero en cambio Sesshomaru cuando ella preguntaba algo él contestaba muy pocas cosas, o nada.

《La vida es muy corta para vivirla con dudas》pensó, miró con atención el armario y encontró un lugar para poder subir y alcanzar esa pequeña caja, dio un pequeño brinco y apenas tocó la caja, tomó algo de valor y dio otro salto, solo que esta vez más fuerte. El resultado de eso fue ella tirada en suelo y una caja con cosas desparramadas en el suelo.

-. Espero que esa caja valiera la pena- dijo con voz ahogada, se levantó y miró el último regalo que le había hecho a Sesshomaru, los ojos se le llenaron de lágrimas ¿Como esa cosa aun existía? Alargó la mano y tomó la prenda mal hecha, esa había sido de sus primeras creaciones de tejido, la bufanda entre sus dedos se veía vieja, ¿Sesshomaru la había usado? ¿Había tenido el valor de salir con eso a la calle? Comenzó a reír, lo más seguro es que muchos se habrían reído al verlo.

Se colocó la bufanda y miró las fotos y sobres dispersados en el suelo, con una sonrisa comenzó a recoger las fotos, algunas eran de él de pequeño, otras de Bankutso, también habían algunas de Irazue, pero no había ninguna de ella, le restó importancia, al menos no habían fotos de Rin, recogió los sobres, estos no decían nada, pero se veían amarillentos, como si tuvieran mucho tiempo guardados ¿Serían cartas de alguna enamorada? Río ante ese pensamiento absurdo, Sesshomaru no guardaría cosas así.

Abrió la que se veía más vieja, reconoció la letra de Sesshomaru de inmediato, su risa murió y su corazón latio más rápido, sintió miedo, ¿A quién le escribiría él?.

El Viudo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora