Capítulo 18: Intrusos.

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—El instinto de supervivencia es la capacidad que tenemos todos los seres vivos que habitamos la tierra para hacer frente a agresiones externas e internas, nos permite sobrevivir y evitar la muerte con las consecuencias y fin último de proteger a ...

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El instinto de supervivencia es la capacidad que tenemos todos los seres vivos que habitamos la tierra para hacer frente a agresiones externas e internas, nos permite sobrevivir y evitar la muerte con las consecuencias y fin último de proteger a la especie.—

Suspiro satisfecha, afuera llovía, pero ella estaba empapada de sudor, gozo del suave olor de las sábanas limpias, esa mañana la había dedicado a limpiar su casa, no se sentía cómoda con la idea de algún desconocido limpiando su hogar, así que, dedicaba parte de su día libre para limpiar, la ventaja es que ellos desordenaban poco, y no dedicaba todo su día a limpiar.

El olor de su sudor le sacó una mueca de disgusto, la humedad había provocado que la casa fuera más cálida de lo normal, eso sumado a todo el esfuerzo que significaba limpiar la casa, la había hecho sudar como si estuviera en un sauna.

Saco algo de ropa de su armario, y la tiro sobre la cama sin ningún cuidado, quería estar limpia antes de que Sesshomaru volviera, tenían planes de ir al cine, y luego cenar, quizá se daban una pequeña escapada a un Motel, habían descubierto, que era muy divertido ir a esos lugares, se sentían como adolescente mirándose a escondidas de sus padres, aquel juego les resultaba gracioso y emocionante.

Se baño y limpio con toda la intención de estar preparada para la acción esa noche. Fue un baño relajante, que le bajó el cansancio, y cuando se sintió satisfecha, se vistió, quedando lista, había elegido un vestido blanco, muy fresco y estúpidamente fácil de quitar, comenzó a maquillarse, se concentró en su reflejo en espejo cuando escucho los pasos apresurados subiendo las escaleras.

—¡Sesshomaru!— grito emocionada sin despegar su mirada del espejo—¡Ya casi estoy lista! — entonces los apresurados pasos se detuvieron, y como si se hubiera tragado una piedra, un peso cayó en su estómago, su cuerpo tembló cargado de un mal presentimos, intentó relajarse, quizá Sesshomaru quería asustarla. Se trago el nudo en la garganta, su esposo nunca jugaba esas bromas, él era más de hacerle cosquillas o de sorprenderla con lo hábil que era para quitarle la ropa, aquello no era normal, su esposo no haría eso.

Aome solo había escuchado del instinto de supervivencia, pero jamás lo había experimentado, no hasta ese momento, rápidamente pensó en donde esconderse, aunque ya no podía escuchar los pasos, a ella la habían escuchado, debía pensar rápido. Quizás, quien estaba subiendo tan desesperadamente las escaleras, ya estaba en el segundo piso, no tenía tiempo, recordó ese compartimiento en el armario, estaba detrás de las camisas de Sesshomaru, a menos que supieras de el, no podías encontrarlo, como pudo y sin hacer ruido corrió al armario donde se escondió, cerro la puerta con llave, esperando conseguir tiempo, sin apartar la ropa y como pudo, abrió la compuerta escondida, era un espacio pequeño, y oscuro, tenía unas rejillas que servían para ventilar, pero por el diseño del armario no era sospechoso.

El Viudo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora