Día veintitrés.
Abro mis ojos para darme cuenta de que estoy solo, Emilio no se quedó conmigo anoche.
Quisiera golpear su cara por no quedarse toda la noche pero cuando me giro y veo a Elaine en su cama sé que Emilio se ha ido por obra de Niko.
Elaine está en su cama extendida sin ser cubierta por las sábanas, puedo ver un hilo de saliva corriendo por su boca y se me sale una pequeña risa.
Me pongo de pie sintiendo en mi cuerpo un alivio, realmente dormí bien anoche.
Asomé mi cabeza un poco por la ventana y sonreí al ver el sol en el punto más alto del cielo.
Este sería un gran día.
***
Terminé de aplicar un poco de corrector negro bajo mis ojos cuando una gran cantidad de golpees fueron dados a la puerta.
Miré hacia la cama de Elaine y vi cómo se removió sobre las sábanas.
Me apresuré a abrir la puerta y mi sonrisa se ensanchó cuando vi los ojos del chico que me trae loco.
-Hola-. Susurré dejando caer mi peso sobre la puerta.
-Hola-. Sonrió un poco y acercó sus labios a mi mejilla donde dejo un beso. Suspiré. -Te traje las flores.
Deposito en mis manos un gran ramo de rosas, todas rojas.
-Gracias-. me puse de puntillas y besé su mejilla, me sostuvo por la cintura pegándome a su cuerpo.
-Bésame un poco más a la derecha precioso-. sus ojos buscaron los míos y su sonrisa desapareció cuando negué con la cabeza.
-Necesitas un mejor intento si quieres que te bese, precioso-. Pasé mi mano por su cuello y salí de su agarre entrando de nuevo a la habitación.
-¡Vamos Joaquín!-. gritó desde afuera -¡Solo un beso!
-¡Cállate maldita sea!-. Elaine gritó y se cubrió con la sábana. -Tengo una resaca de puta madre, ¡Váyanse los dos!
-Busca tu bolso Bonito, saldremos-. Emilio retrocedió cuando Elaine gritó y yo tomé mi bolso antes de correr hacia afuera.
Ambos bajamos las escaleras y luego soltamos una gran carcajada.
-Elaine está loca-. Emilio abrió mi puerta, asentí.
-Cada vez que tiene resaca es lo mismo-. Él beso mi frente antes de cerrar la puerta y correr a mi lado.
-Quiero hacerte una pregunta pero no te puedes molestar-. dijo él, poniéndose el cinturón de seguridad.
-Suéltalo-. lo miré con una sonrisa.
-Esos shorts te hacen ver sexy, entonces, ¿Podrías dejarme que te tome una fotografía desde abajo?-.
-¡NO!-. grité y le golpee su brazo. -Eres un maldito cerdo, ¡Te odio!
Gire mi rostro con el ceño bien fruncido y me cruce de brazos.
-Bonito, te dije que no te molestarás-. él dijo con voz suave. -No sabes lo que es verte en unos shorts blancos, no entiendes.
El auto dejo de estar en movimiento y observe al frente un semáforo en rojo.
Me gire y vi como hacia un pequeño puchero.
-Tienes que respetarme, Emilio.
-Y lo hago, mierda te respeto, si no te respetará te tomaría contra la pared sin importarme nada-. me miró antes de arrancar de nuevo el auto.
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Treinta. |EMILIACO|
FanfictionTreinta, sólo dame treinta días y lo conseguiré. Adaptación.