Día nueve.
-Joaco, precioso, despierta- el aliento caliente de Emilio me hace estremecer.
-Hmmm- me gire encarandolo aún con los ojos cerrados.
-Mi niño, Claire está aquí para sacarte la sangre, van a hacerte unos exámenes para comprobar si puedes irte- Emilio besó mi mejilla pero no abrí los ojos, estire el brazo y deje que la enfermera hiciera su trabajo.
-Gracias Claire- le escuche decir a Emilio y luego la puerta se cerró.
La cama se hundió a mi lado y sus brazos cubrieron todo mi estómago acercándome hacia él.
-Joaquín- besó las parte trasera de mi oreja y yo me gire.
-Mande- murmuré en un bostezo.
-¿Cómo te sientes?- me preguntó acariciando mi mejilla.
-Bien, ¿y tu?- yo sonreí y él soltó una risa.
-Bien, bonito- Me besó en la frente y yo cerré los ojos. -Debes llamar a Italia, Joaco.
-Lo sé- suspire y alcance mi teléfono que estaba en la mesita de noche.
Un, dos, tres toques y la dulce voz de mi madre atendió.
-¿Bebé?
-Hola mamá.
-Oh, mi pedacito de cielo ¿Cómo estas?, ¿Cómo te sientes?, ¿Puedes caminar?, ¿Puedes pensar claramente?
-Mamá calmate, estoy muy bien, puedo hacer todo lo que hacía antes- la sentí suspirar y aunque no la viera se que estaba sonriendo.
-Joaco, te extraño tanto, deberías volver, la gente del Reino Unido es muy mala y tu eres un hermoso chico.
-No voy a volver hasta terminar la Universidad, iré en vacaciones de verano, lo prometo, pero estoy bien, no me acercaré a sujetos desconocidos y todo bien-. trate de sonar lo más convincente posible.
-Bueno, sabes que te amo, y también sabes que tu habitación sigue como la dejaste para cuando puedas volver-. Ella habló con un leve temblor en su voz indicandome que lloraria.
-Lo sé mamá, y también te amo, muchísimo.
-Cuidate y dale las gracias a ese amigo tuyo, Emilio.
-Esta bien, mami.
Colgué la llamada y me gire a ver a Emilio.
-Ella te agradece por ayudarme como lo has hecho-. yo besé su mejilla justo en el lugar donde se forma uno de sus hoyuelos.
-Eres importante para mi, tu madre no debe agradecer- Emi me acurrucó contra él y murmuró algo que no pude entender.
Cerré mis ojos con la esperanza de que Emmanuel atravesará esa puerta y me diera permiso para irme de aquí.
***
-Hogar dulce hogar- Emilio abrió la puerta de mi dormitorio revelando la habitación completa llena de globos de helio.
En mi cama habían nueve rosas y un oso de peluche que abarcaba la mitad de la misma.
Me gire para verlo y él se encogió de hombros.
-Eres lindo-. bese su mejilla y él me sostuvo por la cintura.
-Los chicos me ayudaron también- me guío a la cama, me recosté sobre la barriga del oso y lo abracé.
-¿Dónde están los demás?- pregunté.
-Están buscando unas pizzas y algo de helado- Emilio se acostó a mi lado y paso su brazo por mi cintura. -Eres muy hermoso Joaco.
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Treinta. |EMILIACO|
Fiksi PenggemarTreinta, sólo dame treinta días y lo conseguiré. Adaptación.