Capítulo 12: Centro comercial

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diez.

-Joaco, ¿Te bebiste las pastillas?- Elaine preguntó por vigésima vez.

-¡Joder si!- deje de peinar mi cabello para mirarla.

-Bueno, no tengo la culpa de que tu maldito novio me hinche los ovarios con mensajes cada cinco segundos-. ella rodó los ojos y se lanzó a la cama.

-Vete a la mierda.

-Con gusto, sólo asegúrate de mandar a mi novio también, de preferencia, desnudo- ella se carcajeó y yo hice como si fuera a vomitar.

Mi teléfono vibró sobre la mesa y lo desbloqueé para leer el mensaje.

"Estoy afuera"

Bloqueé de nuevo el teléfono y miré a Elaine.

-Me voy.

-Ve, pierde la virginidad con el maldito de Emilio.

-¡Elaine!- grité.

-Es broma- ella se volvió a carcajear, cada vez que viene su periodo es lo mismo.

Abrí la puerta y había una rosa en la alfombra.

Otras por las escaleras, unas cuantas en el camino y las últimas llegando a la camioneta de Emilio.

En total diez, cuando las tuve todas, me acerqué a él que estaba recostado en su camioneta.

-Original.

-Gracias- Emilio hizo una reverencia y luego beso mi mejilla.

Entre en la puerta del copiloto y él entró por la del conductor.

-¿Bebiste tus pastillas?-. preguntó saliendo del aparcamiento del campus y yo rodé los ojos.

-Joder, si- lo mire y el gruño.

-Sólo te cuido-. él dijo bajito.

-A veces eres lindo- me acerqué y besé su mejilla.

-Oh vamos, podrías darme un beso en la boca-. me miró unos segundos y luego de vuelta al camino.

-No-. restregué mis manos sobre mi regazo.

-Bésame-. dijo riendo y yo le golpeé el brazo. -Ok esta bien, ¿A dónde quieres ir?

-Al centro comercial y luego a Hut-. contesté mirando mi teléfono.

-¿Hut?, ¿Para qué?

-Voy a comprar un pastel para llevar mañana a tu casa.

-No, chulo.

- Si, Milio.

Emilio se carcajeó y negó con la cabeza.

El resto del camino no hablamos mucho.

-Aparca ya, Joder- me quejé luego de la décima vuelta por el estacionamiento.

-No quiero que me rayen la maldita camioneta-. me gruñó.

-Sólo aparca Emilio.

-¡Bien!-. gritó y entró de golpe en uno de los puestos vacios.

Bajó del auto asotando la puerta y me dejó a mi sólo.

Bien, este juego puede ser de dos.

Me bajé y caminé a paso tranquilo hacia el centro comercial. Emilio sin duda era un tremendo idiota, al menos se comportaba como uno dejándome sólo.

-Joaco- Me sobresalte cuando la voz de Emilio inundó mis oidos pero no me detuve e hice como si no lo hubiera escuchado.

-Joaco- comenzó a caminar atrás de mi y sonreí. Yo era berrinchudo y el lo sabía. -Hey, Joaco-. Me tomo del brazo y me giró.

Treinta. |EMILIACO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora