diez.
-Joaco, ¿Te bebiste las pastillas?- Elaine preguntó por vigésima vez.
-¡Joder si!- deje de peinar mi cabello para mirarla.
-Bueno, no tengo la culpa de que tu maldito novio me hinche los ovarios con mensajes cada cinco segundos-. ella rodó los ojos y se lanzó a la cama.
-Vete a la mierda.
-Con gusto, sólo asegúrate de mandar a mi novio también, de preferencia, desnudo- ella se carcajeó y yo hice como si fuera a vomitar.
Mi teléfono vibró sobre la mesa y lo desbloqueé para leer el mensaje.
"Estoy afuera"
Bloqueé de nuevo el teléfono y miré a Elaine.
-Me voy.
-Ve, pierde la virginidad con el maldito de Emilio.
-¡Elaine!- grité.
-Es broma- ella se volvió a carcajear, cada vez que viene su periodo es lo mismo.
Abrí la puerta y había una rosa en la alfombra.
Otras por las escaleras, unas cuantas en el camino y las últimas llegando a la camioneta de Emilio.
En total diez, cuando las tuve todas, me acerqué a él que estaba recostado en su camioneta.
-Original.
-Gracias- Emilio hizo una reverencia y luego beso mi mejilla.
Entre en la puerta del copiloto y él entró por la del conductor.
-¿Bebiste tus pastillas?-. preguntó saliendo del aparcamiento del campus y yo rodé los ojos.
-Joder, si- lo mire y el gruño.
-Sólo te cuido-. él dijo bajito.
-A veces eres lindo- me acerqué y besé su mejilla.
-Oh vamos, podrías darme un beso en la boca-. me miró unos segundos y luego de vuelta al camino.
-No-. restregué mis manos sobre mi regazo.
-Bésame-. dijo riendo y yo le golpeé el brazo. -Ok esta bien, ¿A dónde quieres ir?
-Al centro comercial y luego a Hut-. contesté mirando mi teléfono.
-¿Hut?, ¿Para qué?
-Voy a comprar un pastel para llevar mañana a tu casa.
-No, chulo.
- Si, Milio.
Emilio se carcajeó y negó con la cabeza.
El resto del camino no hablamos mucho.
-Aparca ya, Joder- me quejé luego de la décima vuelta por el estacionamiento.
-No quiero que me rayen la maldita camioneta-. me gruñó.
-Sólo aparca Emilio.
-¡Bien!-. gritó y entró de golpe en uno de los puestos vacios.
Bajó del auto asotando la puerta y me dejó a mi sólo.
Bien, este juego puede ser de dos.
Me bajé y caminé a paso tranquilo hacia el centro comercial. Emilio sin duda era un tremendo idiota, al menos se comportaba como uno dejándome sólo.
-Joaco- Me sobresalte cuando la voz de Emilio inundó mis oidos pero no me detuve e hice como si no lo hubiera escuchado.
-Joaco- comenzó a caminar atrás de mi y sonreí. Yo era berrinchudo y el lo sabía. -Hey, Joaco-. Me tomo del brazo y me giró.
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Treinta. |EMILIACO|
Hayran KurguTreinta, sólo dame treinta días y lo conseguiré. Adaptación.