Capítulo 18: Golf

3K 363 249
                                    

Día dieciséis.

-¿Qué haces vestido así?-. Elaine se carcajeó desde su cama.

-Cállate-. rodé los ojos. -Voy a jugar golf con Emilio-. acomodé mis chinos para ponerme la gorra.

-Entonces, ¿Emilio está tratando de que te acuestes con él llevándote a jugar el juego más aburrido en la historia de los juegos?, aparte que no sabes jugar-. ella se sentó para mirarme mejor.

-Él va a enseñarme, además está siendo bastante lindo.

-Joaco, él debe entrar en acción si quiere entrar en tú cama-. ella se quejó y yo le saqué el dedo del medio.

-Se acabó esta conversación-. dije y la escuche carcajearse.

Me puse de pie y tomé un bolso de ejercicio que contenía agua, algunas toallas para el sudor y un cambio de ropa por si las moscas.

Mi teléfono me envió una notificación avisando que tenía un mensaje, rápidamente desbloqueé el teléfono.

De: Emilio

"Moco, estoy afuera"

Guarde mi celular en el bolsillo de mis shorts y me mire en el espejo rápidamente.

-Nos vemos después Ela-. le lancé un rápido beso y salí del dormitorio.

Abrí la puerta del copiloto y vi a Emilio usando su teléfono.

-Hey -saludé y me subí a la camioneta-.

-¿Cómo estas Joaco?-. su sonrisa se hizo notable, se inclinó un poco y dejó un beso en mi mejilla dejando revoltijos en mi estómago.

-Bien, ¿Tú como estas?

-Mejor ahora-. encendió la camioneta y salió del aparcamiento.

***

Me quedé observando la rosa adentro del hoyo uno y me gire a mirar a Emilio.

Su sonrisa era amplia y abrió sus brazos indicando que fuera hacia él.

Caminé vacilante y con cautela y envolví mis brazos alrededor de su torso.

-Hay una flor en cada hoyo hasta el hoyo dieciséis-. susurró en mi oído y la piel se me erizo. -Me encanta la reacción de tu cuerpo al sentir el mío-. sus manos acarician mi cintura y cerré los ojos ante el placer que me produce. -Te aseguro que mi cuerpo reacciona igual al tuyo-. sus labios dejaron un pequeño beso en la piel detrás de mi oreja.

Me salí del abrazo y sin así quererlo mire sus labios.

Rosados.

Llenos.

Y malditamente besables.

Me puse en puntillas y estampe mis labios con los de él, Emilio se tambaleó un poco ante la sorpresa pero sostuvo mis cintura con fuerza.

Lo hice retroceder a pasos torpes hasta que su cuerpo se detuvo ante el impacto con un pequeño árbol.

Mi auto-control se fue directo a la mierda agarrado de la mano con mi orgullo en el momento en el que Emilio gimió.

Saque su camisa de entre sus pantalones y acaricié su abdomen siendo yo la que gimió está vez.

Con las manos temblando toqué la hebilla de su cinturón pero sus manos apretaron las mías.

-Amor, para-. sus labios estaban rojos y su mirada desorientada.

Me sentí avergonzado por dejarme llevar por los sentimientos que empezaban a nacer en mi hacia el chico de rulos y ojos oscuros.

Treinta. |EMILIACO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora