Capítulo 23: Andrés

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Día veintiuno.

Llegué con una bolsa repleta de refrescos y agua para Elaine y para mi, nuestra pequeña nevera se estaba quedando sin provisiones.

Cuando metí la llave escuche leves murmullos que me hicieron detenerme.

-Ojalá y te mate-. sin duda era Azul.

-Cállate-. Emilio.

-Es verdad Emilio, eres un idiota-. Niko.

-Yo pienso que si el no te mata yo encantado puedo hacerlo-. Diego.

-Yo te ayudo, realmente tengo ganas de golpear a Emilio alguna vez-. era la voz y carcajada de Eduardo.

-No sean idiotas, él lo hizo sin intención-. Elaine.

¿Qué hacen todos aquí?

Abrí la puerta y todos me miraron con caras horrorizadas, Emilio quien estaba al lado de mi mesa de noche se movió hacia la izquierda un poco, Eduardo y Azul a su lado.

Diego estaba plácidamente acostada en mi cama y Niko acostado en la cama de Elaine con ella completamente sobre él.

Emilio levantó su brazo derecho y le pegó en la parte trasera de la cabeza a Eduardo.

Eduardo lo miro mal y luego camino hacia mi.

-¡Joaco!-. sus brazos apretaron mi anatomía dejándome sin respiración.

-Eduardo-. lo empujé. -¿Qué pasa?-. él frunció el ceño y paso su brazo por mis hombros.

-No pasa nada, todo está perfecto ¿Sabes que más es perfecto?, el clima, afuera está genial, deberíamos salir-. trato de empujarme pero yo me salí de su agarre.

Mire a cada uno de los presentes en el dormitorio y por último a Emilio.

-¿Qué pasa?-. volví a preguntar y él bajo la cabeza, se movio dejando ver mi mesa de noche, la pecera y mi Leo en el fondo de esta muerto. -¿PERO QUÉ?-. me planté frente a la pecera. -¿Cómo lo han matado?-. pregunté tomando la pequeña pecera entre mis manos.

-Lo han me suena a multitud, lo ha matado Emilio-. Eduardo dijo acercándose a mi.

-¿Pero cómo?-. insistí.

-Verás pequeño Joaquín-. Diego se puso de pie y se acercó a mi. -Emilio, como es un maldito dependiente de ti, ha venido e interrumpió una sesión de sexo de Elaine y Niko, como ellos se estaban besando y riendo, Emilio alega que se sentía aburrido, por lo que sacó el pez de la pecera y este se le cayó al suelo, abajo de la mesita de noche y cuando lo levantó era demasiado tarde, entonces nos llamó a todos para ayudarlo con una solución pero no se nos ocurrió nada-. Diego se paró a mi lado y suspiró después de hablar tanto.

-No puedo creer que lo matará, te lo regaló ayer-. Azul negó con la cabeza.

-Ya paren, le compraré otro mañana-. Emilio se sentó en mi cama pero yo lo volví a levantar.

-Vas a ir ahora mismo y me conseguirás no uno sino dos peces-. Lo empuje hacia la salida.

-¿No puede ser mañana?-. preguntó cuando llegamos a la puerta del dormitorio.

-No, ahora ve-. cerré la puerta en su cara.

Emilio.

-No, ahora ve-. cerro la puerta en mi cara.

-¡Bien!-. grite y caminé a mi camioneta.

Maldito pescado.

Cuando llegue al centro comercial, entre directamente a la tienda de mascotas, estaba el mismo chico de ayer.

Treinta. |EMILIACO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora