Capítulo 3: Enseñame a Manejar

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Emilio:

Te quiero.

Yo no quería a Joaquín, yo lo amo, que no es lo mismo, lo amo tanto que duele.

No se como hizo ese pequeño italiano de ojos mieles y cabello castaño para meterse en mi piel, en mis huesos  y no salir de allí.

Lo mire mientras terminaba de comer.

He estado con mucho chicos, y por muchos me refiero a MUCHOS, pero ninguno de ellos puede igualar a Joaquín.

El es...Único.

Es hermoso y malditamente inteligente, es inocente y gracioso, es perfecto.

-Iré a pagar -le informe mientras el terminaba su refresco, asintió y yo me encaminé hacia la caja.

Localicé al chico que nos atendió al lado de la chica de la caja, él le indicaba algo en la pantalla y ella asentía.

Me acerqué a ellos y los mire a ambos esperando que alguno me atendiera para poder irme de aquí.

-¿Necesitas algo? -preguntó amablemente la chica.

-Quiero pagar -contesté.

-Oh claro -busco en el ordenador, me imagino que mi orden, y luego imprimió un pequeño papel- son 10 libras- me sonrió, le devolví la sonrisa y le pase el billete, ella lo guardo y se despidió con una sonrisa.

Ugh cuántas sonrisas.

Caminé de nuevo a la mesa y vi que Joaquín ya había terminado. Estaba concentrado riendo y escribiendo en su teléfono.

¿Con quién mierda hablaba?

Antes de que me viera me puse atrás de el y aunque este mal y sea grosero, miré la pantalla de su celular y respiré de nuevo al ver que era Azul con quien hablaba.

Me agaché hasta que mis labios estuvieron cerca de su oido.

-Vámonos Bonito-susurré y observe como la piel de su cuello se erizaba. Joaquín giró hacia mi y su nariz chocó contra la mía.

-Lo siento -se disculpó poniéndose de pie, sonreí de lado y tome su mano entrelazandola con la mía.

¿Qué sentí?

Joder, por muy marica que suene, tocar a Joaquín ocasiona cientos de explosiones dentro de mi. Simplemente estoy hecho para el.

Joaquín miró nuestras manos entrelazadas y se sonrojo un poco.

Es tan hermoso.

Tire de el hasta la puerta de salida y la abrí.

-¡Esta nevando! - gritó Joaquín y se soltó de mi mano para correr a la nieve.

Negué con la cabeza y metí mis manos en los bolsillos antes de salir.

-Joaco no seas inmaduro-le dije cuando llegue a su lado, el rodó los ojos recogió nieve y la lanzó al aire.

-Es tan genial - gritó tambaleándose un poco, lo sostuve por la cintura y el me miró y sonrió.

-Vamos al apartamento- dije y el asintió.

Abrí la puerta de mi Land Rover y lo deje pasar. Di la vuelta y me metí a mi lado.

Joaquín

-¿Puedo entrar mientras tu quitas la nieve del vidrio? - le pregunté a Emilio cuando llegamos al departamento luego de salir de desayunar.

Él se encontraba quitando la nieve del parabrisas.

Treinta. |EMILIACO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora