Capítulo 30: Picnic

1.7K 225 76
                                    

Día Veintiocho.

-Nico- llamé a mi amigo quién conducía hacia la universidad. Se había comprometido a traerme hasta qué arreglarán mi camioneta.

-¿Qué pasa viejo?- preguntó dirigiéndome una mirada y luego volvió su vista hacia la carretera.

-Umh, me preguntaba si tú tal vez podrías ceder un poco.

-¿Sobre qué?- se hizo el desentendido y yo rodé los ojos.

-En cuanto a lo mío con Joaquín.

-Ustedes no están en ninguna relación.

-Lo sé, pero yo realmente necesito qué te apartes un poco.

-De ninguna manera.

-Nico, por favor- rogué -No pienso lastimarlo.

-Bien- dijo entre dientes.

-¿Sí?

-Si.

-¡Maldita sea sí!- brinqué en mi puesto y me lancé para abrazar a Nico, él gruño y besé su mejilla.

-No hagas eso de nuevo- advirtió.

-Mierda, si, gracias Nico.

-Si lo que sea- él rodó los ojos. -Trataré de controlarme, porque Elaine también me lo ha pedido, pero quiero que sepas Emilio, qué mi padre tiene una escopeta, sólo hazlo llorar una vez y juro que serás un maldito colador en segundos.

-Entendido, sin lágrimas- sonreí mientras me dejaba descansar sobre el asiento, mi corazón latiendo a mil por hora.

***

Caminé con rapidez por los pasillos, Joaquín estaba buscando algo en su casillero. Lo tomé de la cadera y la giré estampando mis labios sobre los de él. No movió sus labios por unos segundos pero luego se relajó y paso uno de sus brazos por mi cuello.

-Hola- dije sobre sus labios todavía.

-Hola- susurró conectando su mirada con la mía. -Si mal no recuerdo ya no te quedaban besos- paso sus dedos por el borde de mis labios quitando saliva de mi boca.

-Me vale mierda eso- acomode sus rizos y volví a besarlo.

-Tengo clases- se quejó sin dejar de besarme. -En serio- me apartó un poco y yo asentí.

-¿Nos vemos en el almuerzo?- tomé su mano.

-Seguro- me guiñó el ojo antes de comenzar a caminar.

Joder como lo amo.

Tomé mi teléfono celular y marqué rápidamente el número de Diego.

-Mierda, ¿Qué?- contestó con voz rasposa.

-¿A qué hora entras hoy a clases?- pregunté caminando hacia mi clase.

-A las diez, ¿Por qué?

-Necesito qué me traigas veintiocho rosas.

***

-Vas a hacer qué me caiga Emilio- Joaquín puso sus manos sobre las mías que estaban en sus ojos, lo estaba guiando fuera de la universidad luego del almuerzo.

-No te dejaré caer Bonito, lo juro- besé detrás de su oreja. Lo puse frente a su auto y lentamente quité mis manos de sus ojos.

-Tienes que estar jugando- susurró observando su auto. Veintiocho rosas adheridas con un poco de cinta a su auto. Se giró con una sonrisa. -Cada día me sorprendes más- el caminó lentamente y pasó sus dedos por los espacios vacíos. Con sumo cuidado retiró cada una de las rosas, me acerqué a él cuándo solo le faltaba la última.

Treinta. |EMILIACO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora