Día veintiséis.
Me sentía totalmente descansado, mis músculos estaban relajados y mi cabeza ligera.
Desperté, sin embargo, no abrí los ojos, me deje disfrutar de la suavidad de mis sábanas por unos minutos más.
Abrí los ojos con suavidad y me reincorporé de golpe al darme cuenta de que este no era el dormitorio de Dalton, y en efecto está no era mi cama.
Mis ojos se detuvieron en el despertador que indicaba que eran las 12:45 del día.
Saqué las sábanas de mi cuerpo y con rapidez, me puse de pie.
Caminé por los pasillos del apartamento totalmente desorientado, en la sala el televisor encendido y Bob Esponja junto a Patricio intentaban hacer una fogata bajo el mar.
La cabellera castaña y rizada estaba apoyada sobre el respaldo del sofá, y una pequeña cabeza lacia la acompañaba.
-Emilio-. Lo llamé desde atrás y él y Sebastián se giraron para verme.
-¡Joaco!-. El pequeño niño se subió al respaldo del sofá haciéndome correr para que no se cayera. -Al fin despiertas, mi tío y yo te llevaremos a almorzar-. Se señaló orgulloso con su pulgar. Lo tomé en brazos y alcé la ceja hacia Emilio.
-¿Por qué me has dejado dormir hasta esta hora?, tenía clases.
-Lo sé, lo siento pero te veías tan cansado, que pensé que nos deberíamos tomar el día todos -. Se puso de pie y besó mi frente. -Seb y yo te queremos invitar a almorzar-. Sebastián asintió rápidamente.
-Bien-. Susurré acariciando el rostro de Sebastián que me miraba a los ojos sonriendo. -Pero debo ir por ropa a Dalton.
-De eso nos encargamos también Joaco-. Sebas habló tratando de bajarse de mis brazos, lo dejé en el suelo y lo vi correr a la cocina. Segundos después volvió con un bolso.
-Mi tío y yo te escogimos una ropa en tu casa-. Dijo el pasándome el bolso. -Tienes la ropa más linda que vi, de grande quiero vestirme como tú.
-Gracias Cariño-. Me arrodillé a su altura y besé su frente. El corrió a la habitación de Emilio para vestirse. -No lo puedo creer-. Le lancé un mala mirada a Emilio.
-¿Qué?-. Frunció de ceño.
-Emilio, perdí la clase de hoy, la semana que viene tendré examen-. Caminé a su habitación con él detrás.
-No es para tanto, yo pierdo clases todo el tiempo y aquí estoy-. Se señaló a sí mismo y rodé los ojos.
-Espero disfrutar de ese almuerzo-. Cerré la puerta de la habitación en su cara y lo escuche reírse.
***
Mantenía a Sebas sobre mi cadera, ambos al lado de Emilio mientras ordenaba nuestra comida.
-Tío, no olvides mi juguete-. Le recordó el niño por quinta vez a Emilio.
-Mierda, ya lo sé Sebastián-. utilizó el nombre completo de Sebas y el frunció el ceño.
-Muy bien, entonces ¿es una Cajita feliz y dos combos especiales?-. preguntó el chico tras el mostrador.
-Aja, y un maldito juguete-. Golpeé el brazo de Emilio en cuanto las palabras abandonaron su boca.
-Nosotros iremos por una mesa-. Le avisé y me llevé a Sebas hasta una de las mesas donde había silla de niños.
-Cariño, quita esa carita- pasé mi dedo índice por su nariz.-Mi tío está enojado-. El hizo un pequeño puchero y yo suspiré.
-Tú tío está enojado la mayoría del tiempo-. Susurré con una sonrisa y me reincorporé cuando Emilio se acercó con la bandeja a la mesa.
ESTÁS LEYENDO
Treinta. |EMILIACO|
FanfictionTreinta, sólo dame treinta días y lo conseguiré. Adaptación.