Capítulo 37

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Meses después...

—Esto tiene que el Señor Russo firmar Emily, por favor —le entrego el paquete a la chica, que golpetea el lápiz insistentemente en el escritorio mientras de muerde los labios —y puedes irte. —toda la mañana la he notado lejos, algo le preocupaba, pero no tenía aún la confianza.

—El señor Axel no le gusta que usted quede sola aquí en este piso —dice acomodando unos documentos que ya están ordenados.

—Estamos en el piso veinte Emily—le recuerdo y ríe nerviosa —en caso que alguien llegué hasta aquí, tendrá que haber saltado a tres gorilas que están en la entrada del edificio y a los otros dos en el ascensor. —alzó una ceja y miro los pasillos.

—Tampoco podría hacer algo por usted en caso que lleguen aquí, salvo gritar como posesa o correr —responde divertida —pero me gusta creer que tengo súper poderes y puedo hacer algo más. Tampoco la idea de contradecir una orden del señor Russo me es atractiva. No, cuando la involucra a usted.

Era sábado en la tarde, ella no tenía por qué estar allí inicialmente, pero a mi flamante esposo no le gustaba que estuviera sola en el edificio. Normalmente él me acompaña y solíamos hacer las cosas en conjunto y salíamos antes de tiempo, pero él estaba de viaje. Era el primer viaje luego de todo lo sucedido y tanto él como yo estábamos nerviosos. Hasta me había ido a dormir con mis padres, en lo que durará ese viaje.

—Del Señor Russo me encargo yo, no te preocupes —digo acercándome a ella, tomo su chaqueta, bolso y le indico levantarse —Papá no demora en llegar, y tú tienes que descansar.

—Yo... Gracias señora, es que mi hermano está en la isla sabe... Y no lo veo hace un par de años.

Sonrío en respuesta, el ni siquiera debió llamarla ayer y decirle que viniera, había aprendido de mi esposo en esos últimos meses que era autoritario y que no daba lugar a ser contradicho.

Las horas luego del suceso se convirtieron en días, estos en semanas y luego en meses. Podría decir que todo está marchando según lo acostumbrado y que de apoco nos hemos ido olvidando de lo sucedido. Axel sigue yendo a las reuniones, ya no como paciente, sino apoyo a los que estaban como él, mi padre y mi hermano habían hecho las paces en el cumple número dos del pequeño Liam.

Yo aún no hablaba con él personalmente, pero sí, por móvil y realmente nos ayudó. Ambos nos confesamos, dijimos cosas que jamás nos habíamos dicho. Yo tenía el peso de no ser como él, por años mis padres lo señalaban como modelo de lo que no querían en mi vida. Liam la presión de ser tan grande e importante como papá, no cometer errores y hasta los más pequeños eran agrandados. Supongo que la adultez o ser por teléfono y a distancia, contribuyó a que pudiéramos ser sinceros.

Eran las noches que eran un infierno, las idas a dormir eran terroríficas. El terror de unas manos acariciarme por todos lados y unos dedos en mi intimidad me hacían temblar. El sueño era el mismo y tan real que llegué a preguntar a Axel si acaso Ángelo era capaz de algo así. La negativa fue rápida llegando incluso a enojarse, por qué tenía que ser un amigo suyo y no uno de los míos.

Por la confianza y la necesidad de creer que alguien cercano es incapaz de dañarte. Todos, incluso el psicólogo, decía que hacía parte de las secuelas que dejó lo sucedido y mis días en coma. Medicaron pastillas que me niego a tomar y solo abrazada a Axel o con la luz encendida puedo dormirme.

—Que descanse señora —dice asomando la cabeza por la puerta de la oficina —¿Podría dejar eso para el lunes?

Estoy revisando el último plano, realmente ya acabé, solo debo dejarlo en la caja de seguridad de mi oficina y esperar a que el dueño de los cruceros Russo, me dé la orden de proceder. Dejo a un lado el lápiz y acomodo mis lentes para mirar mejor a la chica de cabello rizado que espera por una respuesta. Veo las manos de mi esposo allí, y es porque no entiende que hago en ese lugar, solo que es una sorpresa en nuestro primer aniversario.

Eclipse de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora