Capítulo 11

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No pude esperar al lunes, me martirizaba pensar que me iba a quedar sin empleo. Sé que él me había dicho que tenía esos días libres, pero me vio en la mañana y no me dijo nada. Pudo aliviar mi sufrimiento y decirme, Lena estas despedidas. Cruzó la recepción, en donde pido hablar o tener una cita con el señor Axel.

—¿Tiene una cita? —niego a la recepcionista.

Me mira con curiosidad y esa actitud de ¿Qué te hace especial para pedir una cita sin estar agendada? Busco dentro de mi morral y le muestro mi carnet. Explico que el día de ayer tuve un inconveniente en el astillero y necesito solucionar mi situación laboral.

—Espere y le pregunto a su asistente, pero creo que usted necesita es una cita con el jefe de personal —me responde la simpática mujer.

Me reclino en el escritorio, cuando el ascensor se abre, el ruido de las puertas abrirse me entretienen, el hombre que sale de ese lugar hace que mi cuerpo se paralice. Por un momento es como tener 16 años y verle entrar en esa habitación. Pasa por delante mío, sin mirarme y mi piel se eriza al tenerlo tan cerca. Los recuerdos de ese día están cuidadosamente guardados en mi mente, incluso aquello que el hizo. No sabía que fuera amigo de Axel, ni siquiera de Bruno, lo que hizo ese día, demostraba que no lo era.

—Puede pasar —me habla y no sé qué decir, sigo mirando en dirección al Brad que se monta en un auto deportivo y se pierde de mi vista—¿Se encuentra bien? —asiento y ella parece dudar —Piso 22, si desea se sienta hasta que se encuentre mejor.

—Gracias, es solo un bajón de azúcar —un ataque de recuerdos.

Que hable con Axel me aterra, diga lo que vio ese día o los comentarios que siguieron que Axel los crea, pienso mientras avanzo a los ascensores. No es mi culpa, no es mi culpa, empieza mi mente a repetir. Confiar en quien creías te estimaba, no es tu culpa. Aprieto en el piso correspondiente y espero que las puertas se abran. Una vez lo hacen entro para mi alivio está solo y el resto del recorrido también.

El viaje me ayuda a que mi corazón deje de latir tan rápido, la idea que el descubra los detalles y me juzgue como mi hermano lo hizo me dolería. Las palabras dichas esa mañana en que le conté lo ocurrido retumban tan claras es como tenerlo frente a mí. Empiezo a sudar y un frío cubre todo mi cuerpo, mi cuerpo a buscando un mal momento para mis ataques de pánico y en segundos caigo al suelo inconsciente.

Abro los ojos y me encuentro con un par de ojos grises mirándome preocupados. Estoy sentada en sus piernas me abraza y acaricia mi mejilla. Una vez me abrir los ojos sonríe y ordena a la mujer traer agua.

—Tu si sabes cómo presentarte ante tus nuevas compañeras —habla sonriendo. — ¿Qué sucedió?

Tenía muchos años que no sufría uno, mamá solían darme algo dulce o agua con azúcar. Axel y Zack, presenciaron en muchas ocasiones mis crisis. Mi hermano decía que era psicológico o una forma de llamar la atención, porque una cosa no tenía que ver con la otra. Me pregunto si ahora siendo un experto pensaría lo mismo. Me ayuda a sentar a su lado y acomoda mi cabello detrás de mis hombros.

—Brad, estaba aquí —me atrevo a decir y el gesto con el cabello cesa.

—Será la nueva cara de la empresa, él y una chica. —responde.

No puedo evitar el leve temblor en mi barbilla, que el alcanza a notar. Suspira y me hace verle, se ve preocupado, cuenta con muchos problemas para tener que cargar con los míos.

—¿Hay alguna razón para temerle a Brad? —ha escogido bien la pregunta.

Pienso que es una manera muy sutil de preguntar si él tuvo algo que ver con esa noche y aunque fue protagonista de alguna manera hizo parte de las personas que me ayudaron o intentaron hacerlo, porque si bien el me ayudó a que mi estado no empeorara, se quedó conmigo y esperó a que mi hermano viniera por mí. No se aseguró que yo llegara a las manos correctas, me dejó con primera persona que dijo ser familia.

Eclipse de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora