Capítulo 42

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Alana
Horas antes

Sostengo mi bolsa de manos con fuerza cruzándome de brazos y llevándome el objeto a mi pecho. No sé cómo definir lo que Perxi causa en mí, no es rabia o repulsión, es algo más profundo. Tiene esa mirada fría de almas que son capaces de todo y no dudaba en que ha hecho cosas que no quiero escuchar. No se molesta en parecer buena persona, no tenía empatía y miraba a todos como seres inferiores.

El día de hoy vestía de manera informal, quizás era su día libre y dañamos una cita romántica, aunque usaba argolla matrimonial. No se veía del todo mal, salvo su escasez de cabello y su porte de perro de pelea, era simpático y se podría decir que hasta sexy. El ruido de mi teléfono me hace buscarlo dentro de la bolsa y el ruge.

—Si son del astillero, quiero activo el altavoz —lo observo por el vidrio retrovisor.

Es de ojos pequeños color miel, a juzgar por sus cejas y los bellos en sus brazos era rubio. Solo puedo ver sus ojos y parte de labios por el espejo, es todo lo que necesito para saber que no espera ser desobedecido enarco una ceja y sus labios hacen una mueca de disgusto.

—Por favor —pero no parece un pedido, sigue pareciendo una orden—no diga con quien esta...

—Ahora si —satisfecha descuelgo la llamada y escucho el saludo efusivo de Santana.

—¿No te dejaron venir verdad? —comenta luego de los saludos y Perxi, parquea el auto a un costado de la Bahía.

—Voy en camino, estoy atorada en la autopista —miento y mi acompañante celebra mi audacia.

Realmente considero excesivo todo esto, a no ser que ello sepa algo que yo no. Lo que no sería nada raro, hasta donde tengo entendido, tienen una misión que cumplir y por ello no se han largado.

—¿Sola? ¡Vaya! Creo que he pedido una apuesta. Le dije a los chicos que jamás te dejarían venir sola aquí —Perxi tiene los brazos en el volante y sus manos testean algo en el móvil que luego muestra hacia mí y me indica leer.

"Pregunte ¿Por qué sola?".

—Me costó una discusión, no entendía porque no podía ir y yo realmente tampoco Santana ¿Por qué tengo que ir sola? —el silencio del otro lado hace que Perxi gire su torso y apoye una de sus manos en el asiento de al lado.

Mira frente suyo y contempla el mar, pero sé está pendiente a lo que yo diga. Es de rostro anguloso y rasgos agradable, pero ese porte de asesino hace que no lo vea de frente o esquive su mirada.

—Es el jefe Alana, sé que es también tu esposo, pero acepta que hay temas que tratar delante de él es incómodo —Perxi enarca una ceja y sus labios esbozan lo más parecido a una sonrisa, al tiempo que me mira de arriba a abajo. —no tienes por qué temer.

No es sólo eso, pienso serrando los ojos y al abrirlos me encuentro con los de mi escolta. Desde que salimos he visto ese rostro burlón, muy seguramente se alegra que me hayan impuesto su presencia. Debe existir una razón por la cual sea tan endiabladamente insoportable conmigo.

—Doce hombres y una mujer, Santana... Es normal que Axel se disgustara —escucho la risa del otro lado y las demás, lo que me dice que está también el altavoz.

—No serás la única mujer, la esposa de Frank está aquí. Pensé que si lo hacíamos en el astillero el jefe se iba a relajar —niego, Axel rara vez lo hacía. —no vas a demorar, la próxima vez el jefe estará con nosotros.

Perxi tamborilea sus dedos en el asiento de al lado, sus labios se han vuelto una línea tan fina, que prácticamente han desaparecido. No hay lugar a errores, sabe algo que yo no y me pregunto si Axel es conocedor de esto.

Eclipse de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora