Capítulo 41

182 19 1
                                    

Ser padre no es fácil, cinco palabras que escuchas siempre, pero que jamás tiene sentido hasta que te toca. Nuestra vida había cambiado considerablemente, pero no nos quejamos. Todos los que tenían que pagar por lo que nos sucedió lo hacían, lo demás era cuestión de adaptarse y paciencia.

El pequeño no entiende por Ángelo, por más que hemos intentado nos ha sido difícil. Sigue llorando de vez en cuando a "Rose", la chica que estaba recluida en una clínica de reposo desde que había intentado quitarse la vida, la única madre que el pequeño conocía.

Vivíamos en la casa de los padres de Pilar, Alana no quería vivir allí, aseguraba no ser seguro y el mismo Ángelo le dio la razón, al intentar buscar apoyo en él. Según él, hay sitio por el que puedan entrar desde todos los lugares, incluso desde el mar. Sin embargo, es un sitio hermoso y al pequeño le gusta, lo que nos permite deducir que vivió cerca al mar.

Alzo la cabeza al escuchar el ruido y observo a Alana vestirse en silencio. Apoyo de nuevo la cabeza en la almohada, había olvidado esa reunión.

—Buenos días cielo —saluda y guardo silencio —se ve mal si no voy Axel.

—Igual si vas sola, Cara —vuelvo a insistir. —no es que me interese ir a ese sitio con ellos, pero estoy más tranquilo si voy contigo.

Ese sábado estamos solos él y yo, pues Alana tenía una invitación de Santana y los chicos del astillero. Ha sido bastante discutido, desde el día que recibió la invitación, ella sola y temprano. Se negaba a que Perxi fuera con ella, por ser el hombre de mal carácter y ceño fruncido.

—No podemos ir con Ángelo porque tu no quieres que lo vean. —me recuerda—la niñera viene hoy y solo serán dos horas.

Está sentada frente al espejo y se cepilla el cabello, mientras me mira por el reflejo del espejo. Hemos discutido tanto esa reunión que estoy llegando al límite y decido darle punto final a este tema.

—Vas con Perxi—ordeno levantándome de la cama y deja de cepillarse para verme enojada.

—Pero...

—Vas con Perxi—hablo ya de mal humor y tira el cepillo al tocador y gira ya exaltada —No habrá discusión sales de esta casa, con Perxi o con Ángelo y yo o no sale... fin de la discusión.

No hay manera que ella salga de la casa sola y papá asegura que el italiano, si bien es de mal carácter, es el mejor.

—Es malgeniado Axel, no se puede tener una conversación con él...

—¿Te ha faltado el respeto?

—¡NO!

—¿Te ha tocado o mirado de manera inapropiada? ¿Ha hecho mal su trabajo?

—No, es eso Axel...

—¡Perfecto! Porque esas son las únicas virtudes que me interesan en Perxi —tomo el móvil y le marco al mencionado —Mi esposa saldrá en media hora, no la pierdas de vista. Te quiero respirándole las orejas.

La risa del otro lado, me hace mirarla a ella y niego hastiado, parece que ser molesto con ella es solo para hacerla enojar. Me mira por el espejo y sus ojos lanzan chispas y le hago un guiño, mientras ella solo me muestra el dedo índice.

—¿Ella lo sabe? Por qué no soy su persona favorita.

—Al astillero Perxi, no me falles. —cuelgo y entro al baño, cuando salgo no hay señales de ella.

Pero la escucho en el cuarto del bebé ¿Quién dijo que estar casado era fácil? Observo mi reflejo en el espejo, observo a un hombre más maduro, cuyos golpes lo han hecho madurar y reflexionar. La experiencia me ha hecho un hombre paranoico y Perxi, está aquí por una sola razón, es la cuota italiana en esta historia. Cierro los ojos y empuño las manos, con algo de impotencia, por más que desee alejar a mi familia de ellos, me es imposible, no, cuando mis padres han pertenecido a ellos. Siento los brazos rodear mi cintura y su cabeza apoyarse en mi espalda.

Eclipse de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora