Capítulo Veinticuatro

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                    Capítulo Veinticuatro

Entro en mi casa y la encuentro a mi madre anotando en una libreta. Me acerco a ella sigilosamente y se sobresalta cuando me ve de pie en frente de ella.

-          ¡Dios! Me asustaste Katniss.

-          Lo siento. Quería preguntarte algo. ¿Puedo?

-          Claro. ¿De qué se trata? – dice tranquilamente sin imaginarse lo que diré a continuación.

-          ¿Cómo es que Haymitch te besó? – mi Madre tose y me mira confundida. – No, Haymitch no nos dijo nada. Pero escuchamos sin querer con Peeta la conversación que tenían.

-          Oh. Bueno… No fue nada serio. Él no lo hizo con mala intención, solo estaba muy ebrio.

-          ¿Y por qué habías ido a su casa? – la interrogo.

-          Fui a llevarle un plato de comida y a ver cómo estaba. Sólo eso y él estaba alegre y me quiso agradecer.

-          Con un beso. – afirmo.

-          Sí, supongo que sí. Pero no te preocupes, yo lo entiendo. Los hombres tienen diferentes maneras de superar una perdida. Por ejemplo yo me deprimí y me aislé del mundo. – dice mi madre sonriéndome. Me alegra verla así, tan confiada por más que sus palabras no describan una situación agradable.

-          Sí, supongo. De todas formas, no lo juzgo ni pienso decirle una palabra sobre ese tema. Es asunto suyo. Sólo tenía curiosidad. – y lo dije completamente en serio. Mi madre es bien capaz de defenderse sola. Me giro para ir a mi cuarto a descansar hasta la hora del almuerzo y recuerdo algo. – Madre, Peeta invitó a Haymitch a cenar. Iré a recostarme hasta la hora de la comida. – mi madre sonríe. Una gran sonrisa que no me gusta nada. No quiero creer que ella sienta algo por Haymitch, no ahora que él acaba de perder a Effie hace veinte días. Eso solo la perjudicará a ella. Quizás el beso le provocó algún sentimiento pero no creo que Haymitch sienta algo romántico por ella a cambio. Estaba ebrio y no ha olvidado a Effie.

Subo a recostarme y al tocar la cama con mi cuerpo siento un alivio increíble. Demasiadas emociones en una mañana para una embarazada.

Estoy en un prado verde, hermoso y repleto de pequeñas flores amarillas. El aire es fresco y fragante y me siento feliz, plena. Miro en todas las direcciones y noto que estoy sola. En dirección al norte veo un gran diente de león y me dirijo hacia allí. Llego y veo que es perfecto, el viento no ha podido volar sus pequeñas y frágiles pelusas. Estoy sonriendo y escucho la risa de Peeta, pero no logro visualizarlo. Me adelanto unos pasos, dejando atrás al diente de león, hacia la empinada pendiente.

Peeta se encuentra en el pie del monte, corriendo y jugando con dos niños. Una niña de cabello largo y oscuro como el mío y un pequeño rechoncho de cabello rubio. Ambos ríen y corretean a Peeta por todo el lugar. Luego Peeta los abraza y señala hacía arriba, donde me encuentro yo. Los niños me miran y ríen felices, yo les devuelvo el saludo con la mano sintiendo una mezcla de sentimientos extraños en mi interior.

Alianza - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora