Capítulo Veintinueve

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Capítulo Veintinueve

Emma duerme en su cuna como un angelito, me dará tiempo para arreglarme y que me peinen. Subo a mi cuarto a ponerme el hermoso vestido que tengo preparado para la boda. Es un vestido verde agua de seda, largo hasta las rodillas y a partir de ahí cae en picos desiguales de seda sobre mis piernas, el corsé es precioso bordado en piedras y lentejuelas de color plata con un escote en forma de corazón. Hace que se me vea una figura muy linda. Me quito la ropa y quedo solo en bragas cuando siento que se abre la puerta del baño y me cubro rápidamente con el vestido. Al ver a Peeta con una toalla alrededor de su cintura, dejo caer el vestido en la cama.

- Me asustaste amor. - le digo. Él perplejo no dice nada. Hace muchos días que no me ve desnuda y no tenemos sexo.

- Creo que te ves más hermosa que antes del embarazo. ¿Puede ser eso posible? - pregunta acercándose con su mirada ardiendo en mi piel.

- Es que ahora tengo estas mucho más grandes. - digo acariciando mis senos. Él estira su mano derecha y los acaricia, yo suelto un leve gemido y siento una terrible pulsada en mi entrepierna.

- Sí, tienes unas tetas mucho más hermosas, pero también es tu piel, la textura, el color resplandece. - dice pasando sus manos por mi cintura y mi cuello. Yo cierro los ojos y me dejo llevar. No deberíamos estar aquí haciendo esto, cuando abajo hay invitados y tenemos una boda a la que asistir en 1 hora. Pero la tentación y la abstinencia es demasiado grande. - Tus caderas se ven más amplias y redondas. Me encantan. - susurra en mi oído y me abraza para acariciar mi espalda y mi trasero con ambas manos. Su erección, dura y palpitante contra mi muslo interno, me enloquece.

Me aparto y lo tomo por el cuello para acercar mis labios a los suyos. Él responde a mi beso en forma feroz. Nos quedamos sin aliento en poco tiempo, pero su lengua insaciable, no se aparta de mis labios, ni cuando nos separamos un poco para respirar. Me besa el cuello, luego baja a mis pechos y me tira sobre la cama, yo alcanzo a empujar el vestido hacia el suelo, para que no se arrugue con nuestro peso. Tiro también de su toalla para que quede desnudo sobre mí. Él me gruñe y me muerde un pezón, yo gimo y me convulsiono de placer.

- Ya Peeta, por favor. - jadeo implorándole que calme mi deseo. Él sonríe y sin apartar la vista de mí, se deshace de mis bragas. Yo abro mis piernas y le rodeo la cintura con ellas para facilitarle el acceso.

- Trata de no gritar cariño, hay gente abajo. - dice tomando su pene y guiándolo dentro de mí. - Ah, te he extrañado tanto que trataré de durar hasta que tengas tu alivio. - dice Peeta impulsándose suavemente, haciendo un esfuerzo por no venirse antes que yo.

Su ritmo comienza a adquirir velocidad y no quiero que se detenga. Lo he necesitado tanto este tiempo, que solo quiero quedarme en este cuarto, en esta cama con él dentro mío, por una semana por lo menos. Lo empujo y él me sube encima suyo, se acuesta y quedo a horcajadas sobre él. Me muevo hacia adelante y hacia atrás rápidamente, y siento como Peeta tiembla debajo de mí. Me muevo aún más rápido, Peeta gruñe y jadea y sé que ya está por acabar. Cambio el ritmo de mis movimientos, ahora son lentos y fuertes, profundos. Contraigo todo mi abdomen y mi vagina sobre su miembro en cada movimiento. Peeta me levanta el trasero y con movimientos rápidos me penetra en esa posición de ahorcajadas hasta que llego al orgasmo antes que él y me muerdo la lengua para no gritar. Peeta me sigue vaciándose de a poco dentro de mí, con cortos rugidos sin aliento.

Me caigo sobre él y lo beso en los labios. Él me abraza con fuerza.

- Te amo y también te extrañé mucho mi hermoso panadero. - le digo con cariño. - Pero debemos prepararnos. Tú debes ir con Haymitch y Gale y yo bajar a que me peinen y maquillen.

Alianza - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora