Capítulo Veinticinco

469 28 0
                                    

              Capítulo Veinticinco

Han pasado cinco meses desde la muerte de Effie y me quedan tan solo dos meses de embarazo. Mi hija nacerá en primavera, en el mes de Octubre. Tengo la barriga muy grande y prominente, casi no puedo moverme pero es una mezcla de miedo y alegría cada vez que me miro en el espejo, cada vez que siento al bebé moverse dentro de mí. Los días pasan rápidamente y se acerca el momento definitivo, en que seré madre por primera vez. Ese es mi temor, no ser buena madre, que los Juegos vuelvan, que mi hija se entere de la historia turbia de la nación, de que su padre y madre participaron en ella.

Todo ha mejorado y Peeta me reconforta cada vez que tengo pesadillas pero no se me quita el temor al futuro. La incertidumbre de no saber qué será de nosotros mañana, que será de nuestros hijos y de la paz que disfrutamos actualmente.

A pesar de esos pensamientos, soy muy feliz y no puedo evitarlo. No salgo mucho de casa porque me duelen los pies y mi espalda, estoy bastante pesada. Según Peeta y mi madre he sido afortunada porque solo me ha crecido el vientre y las piernas, no he subido demasiado de peso. Pero yo me siento gigante, cuando estoy de pie, mi barriga no me deja ver las piernas. Peeta me ayuda a calzarme los zapatos, a levantarme cuando me encuentro sentada. A veces es divertido, otras no, extraño caminar, ir al bosque a cazar o hacer el amor con mi esposo más seguido.

Peeta se encuentra trabajando en la panadería. Le va muy bien. El 12 está más poblado, gente nueva ha venido a vivir aquí, otra ha regresado. Se construyen casas, edificios nuevos. Rehacen la alcaldía y un refugio anti bombas. La Presidente Paylor está contribuyendo a todos los distritos por los daños, las perdidas y los años de sumisión a Snow. Haymitch dice que es una gran mujer, y que no debería preocuparme por que haya guerra nuevamente, por lo menos no dentro de medio década. Antes de realizar una nueva revolución, la gente se lo va a pensar más de dos veces. La última dejó a todos muy mal y ahora están rehaciendo sus vidas y están satisfechos.

Peeta coincide con Haymitch, así que no he vuelto a hablar del tema con ellos. Haymitch ayuda a mi madre con la crianza de las cabras, por alguna extraña razón, eso le calma y relaja. Se mantiene ocupado en eso durante las mañanas y en las tardes visita a Peeta en la panadería y de paso come o a veces viene a ver televisión conmigo y mi madre.  Ella y Haymitch se llevan muy bien, tienen una amistosa confianza. No he notado nada extraño entre ellos, lo cual me alivia porque no quería presenciar incomodidad entre ellos, por ese beso de hace unos meses.

Haymitch ha superado bastante bien la muerte de Effie, si bien evita nombrarla, ya no está deprimido ni bebe hasta la inconsciencia. Cuando le comunicamos con Peeta el nombre que le íbamos a poner a nuestra hija, se emocionó y quedó sin palabras. Emma, es el nombre que le gustaba a Effie. Ella me lo recomendó en sueños, y Haymitch ya había hablado con Effie cuando recién se enteraban de mi embarazo y ella le había dicho que me recomendaría ese nombre.

Mi esposo y yo consideramos mejor no contarle a Haymitch lo de mi sueño con Effie, para no entristecerlo más, por lo que cuando él me preguntó si ella había tenido la oportunidad antes de morir de expresar su deseo de que el nombre de nuestra hija fuese Emma, le dije que sí. Le mentí para no hacerlo sufrir, quizás se enfadara porque Effie apareciera en mi sueño o quizás pensara que me lo inventé para intentar hacerlo feliz… etc. Haymitch tiene tanto ingenio que puede que se inventara miles de razones más.

Hace un mes y medio recibí una llamada inesperada de Johanna desde el Capitolio. Estaba yo sentada en el sofá frente a la chimenea con Peeta cuando sonó el timbre del teléfono y era ella.

Alianza - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora