Capitulo Dos

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 Capítulo Dos

Abro mis ojos, me molesta la luz, los vuelvo a cerrar y giro hasta quedar de costado. Ya amaneció, y por la intensidad del sol, debe ser casi mediodía.

¡Mediodía! Me siento en la cama automáticamente.

Me quedé dormida, tendría que haberme levantado muy temprano como me es costumbre y haber ido a cazar. Pero dormí tan placenteramente que se me pasó la hora.  Además el sueño que tuve sobre Peeta, me desveló. No conseguí conciliarlo hasta bien entrada la madrugada. Y falta agregar el alumbramiento, la revelación que tuve… Estoy enamorada de él.

Ahora recuerdo lo que Gale una vez le dijo a Peeta cuando estábamos escondidos en el sótano de Tigris y ellos pensaban que yo dormía. Me doy cuenta de que en parte tenía razón.  Que yo elegiría  a quien necesitara para vivir. Pues no tuve que elegir porque Gale vive ahora en el Distrito 2 y tiene un muy buen trabajo ahí. En cambio Peeta siempre ha estado a mi lado, protegiéndome, regresó al 12 por mí. Yo lo sé aunque él lo calle, porque una vez me dijo que le gustaría estar a mi lado hasta el final.

Y es fácil ahora pensar claramente, sin presiones. Yo elegiría a Peeta, porque con él me siento segura. Y lo que yo necesito es paz, esperanza y sólo Peeta puede ofrecerme eso.

Ya no siento rencor por Gale. No siento nada en particular hacía él. Le deseo la mejor de las suertes en su nueva vida en el 2, pero no lo quiero volver a ver.  Nuestra amistad terminó hace mucho tiempo, cuando él se volvió vengativo y violento.  A veces estoy en el bosque y veo nuestra roca, el lago de mi padre y siento cierta nostalgia por los recuerdos alegres que tengo de esos lugares. Pero ahora soy libre, puedo ir y cazar en el bosque sin miedo a nada ni nadie.  Puedo cantar "El árbol del Ahorcado" las veces que quiera y en presencia de quien sea.

Las cosas han mejorado. La presidente Paylor sigue al mando y es una persona honorable. Quizás fue lo mejor matar a Coin pero trato de no pensar en eso.  La gente de nuestro distrito ha vuelto, se han reconstruido sus casas con ayuda del Capitolio que manda materiales para hacer eso posible. El bueno de Thom ha sido nombrado Alcalde, lo votamos todos los habitantes del 12. Se lo merece, es responsable y una persona humilde y servicial. 

Miro en el armario la ropa que hay. Un vestido gris, otro de mangas largas negro, pantalones… toda la ropa de color negro o gris. No puedo usar esto, no hoy que quiero verme lo mejor que pueda para Peeta. A veces lo sorprendo mirándome y él simplemente estudia con más detalle mi rostro, en vez de sentirse apenado y volver la mirada hacia otro lado. La que vuelve la mirada hacia otro lado soy yo, cada vez. Pero no es porque me moleste, al contrario, solo me siento avergonzada. Me agrada que él se fije en mí, porque yo hago lo mismo, lo observo cuando pinta, cuando cocina, su expresión de concentración: ceño fruncido, fosas nasales abiertas levemente y  dientes mordiendo apenas el  labio superior; es cautivante. 

Suspiro, no me gusta nada lo que veo. Cinna sabría exactamente que ropa aconsejarme usar.

¡Cinna! Tengo guardada toda la ropa que me diseñó él querido Cinna en el cuarto que era de mi madre. ¿Cómo no se me ocurrió antes?  Ahora recuerdo haber llevado todos los trajes, vestidos, incluido los de novia que me probé para la sesión fotográfica de la boda falsa con Peeta, excepto el que le regalé a Annie para su casamiento con Finnick.  Todo lo guardé en el armario de esa habitación, porque eran demasiados y no me veía usándolos nunca. Los conservé solamente para recordar a Cinna y su inigualable talento. Pero ahora uno me tiene que servir.

Preparo el agua de la bañera, le hecho sales y pétalos de Primroses, que crecen en cantidad y Peeta se encarga de cortarlas y repartirlas entre las tres casas, la de Haymitch, la de él y la mía. La casa está repleta de ellas.  Ya he aprendido a mirarlas con menos significado. Mi hermana ahora es un ángel de verdad.  Y la recuerdo con alegría.

Me meto en la bañera, él agua está tibia. Me sumerjo entera hasta quedar totalmente cubierta y me quedo ahí unos segundos largos así mi cabello absorbe toda el agua. Me siento, refriego con jabón todo mi cuerpo, luego me lavo el cabello, hasta que no queda nada de jabón. Tomo la toalla, me seco y me coloco mi bata, las pantuflas y estoy lista para vestirme. Me dirijo al antiguo cuarto de mi madre y me encuentro con Sae la Grasienta de frente.

-         -  ¡Niña, qué susto! -  Exclama la mujer.    - Pensé que todavía estabas en el bosque. Me dirigía justamente a organizar tu cuarto, porque la comida está lista.  -  Dice Sae.

-          - No, no he ido a cazar hoy. Me quedé dormida. - Contesto   - Acabo de tomar un baño y voy al cuarto de mi madre a ver los vestidos de Cinna.  ¿Quieres…-

-          - ¿Para qué quieres ver los vestidos?-  Me interrumpe curiosa.

-       -    Para usar uno Sae. ¿Quieres acompañarme a elegirlo?-  Al escucharme decir eso, Sae abre muy grandes los ojos y simplemente asiente. Me provoca reírme pero me refreno, no quiero ofenderla.

Entramos al cuarto, para mi sorpresa, está impecable. Sae se encarga de limpiarlo al parecer. Hace mucho tiempo que no entró aquí. Me dirijo al armario, abro las puertas, y veo que la ropa está colgada perfectamente y en bolsas, para cuidar que no se arruine. Veo  bultos grandes y adivino que son los trajes de novia, asique no me molestaré en mirar. Tomo los más livianos y los cuelgo en una silla detrás de mí. Saco el primer vestido de su bolsa. Es el azul oscuro que usé para el Tour de la Victoria en el Distrito 5. Es largo hasta las rodillas, de tela muy suave similar a la seda pero un poco más gruesa, cae ondeante sobre mis rodillas por el cierne tan ajustado de la cintura, tiene cuello de bote con breteles finos y un detalle de acero brillante que rodea el cuello desde la nuca como un collar y luego sigue hasta el comienzo del escote. Es hermoso y no es tan formal. "Es un vestido de tarde" había dicho Cinna en esa ocasión.

       -          Sae, ¿qué te parece este?-  pregunto, levantando el vestido y luego apoyándolo contra mi cuerpo.

       -       Es hermoso Katniss. Pruébatelo. - responde con una mano en el corazón y una sonrisa grande.  - Pero dime ¿por qué quieres usar ese vestido? Es por Peeta ¿no? Quieres verte linda para él. -  la sonrisa de Sae ahora es inmensa y cubre todo su rostro.

Me sonrojo y no respondo. No puedo negarle la verdad. Además,  ¿qué otro motivo tendría para verme bien?

-        -   Ya me parecía a mí que era por Peeta. No te avergüences niña, ya era hora de que ustedes dos se decidieran a estar juntos. Claramente están enamorados…-   Suspirando se levanta de la silla y se dirige a la puerta.    - Ve a vestirte y baja a comer. Peeta está abajo horneando.   -Dice Sae riendo y se retira. 

   -  Peeta está abajo. Mi corazón se acelera por las palabras de Sae.  Devuelvo los demás vestidos al armario y tomo el azul.  Salgo de la habitación, y me dirijo a la mía. Dejo el vestido sobre la cama y me desvisto, con cuidado lo vuelvo a tomar y me lo coloco. Me dirijo al espejo del tocador y me cepillo el cabello, hasta que lo desenredo bien.  Miro mi reflejo en el espejo, me veo bonita, estoy satisfecha. Decido dejarme el cabello suelto para variar. Siempre lo llevo en una trenza. Me coloco los zapatos a juego con el vestido y respiro profundo.

No soy de ponerme nerviosa. Pero quiero que Peeta me vea hermosa y así se me hace más llevadera la presión de decirle lo que siento por él por primera vez. Por primera vez va a escuchar un "Estoy enamorada de ti" de mis labios. 

Alianza - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora