Capítulo Veintitres

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                 Capítulo Veintitrés

 

Despierto y aparto a Peeta que me abraza por la espalda y me dirijo corriendo al baño a vomitar. Nauseas matutinas. Aprovecho para ducharme, tengo planeado ir a ver a Haymitch y tratar de convencerlo para que salga de la casa. Será una tarea difícil, pero no imposible. Yo creo tener cierto poder persuasivo con Haymitch.  Me volteo para buscar el jabón pero no lo veo. Siento la mano de Peeta en mi espalda enjabonándome de arriba abajo suavemente. Suspiro.

-          ¿Te desperté? – pregunto dándome la vuelta y mirando sus ojos azules brillantes.

-          Sí, pero fue un lindo despertador. – dice acariciando mi cabello. - ¿Ya terminas aquí?

-          Sí, casi. ¿Por qué? ¿Quieres que te haga compañía? – mi voz suena seductora, mis ojos recorren de arriba abajo su desnudez. Veo como mis palabras tienen un efecto inmediato en él. Su miembro se endurece bajo mi mirada. Mi esposo se acerca y me besa. Sus labios bajo el agua, resbalosos, suaves, envían escalofríos por toda mi piel. Rasguño su espalda para acercarlo más a mí. Él gruñe en mi boca y se aparta.

-          Te has despertado apasionada amor.

-          Sí. Creo que es por el embarazo. Pero últimamente te necesito en mí mucho más que lo usual… - muerdo el hombro de Peeta y él ríe. Su risa grave y ronca, de excitación, enloquecen mi cuerpo. Me siento arder y sé que lo necesito ya para que me dé alivio. Tomo su sexo entre mis manos, está muy duro y húmedo. Peeta se estremece y entierra su rostro en mi cuello. – Te quiero ya. Por favor.

Peeta me mira desconcertado, sorprendido por mi tono de voz demandante. Me lleva contra la pared de la ducha y me levanta por los muslos, yo cruzo mis piernas sobre su trasero, apretándolo contra mí, sintiendo su pene latiendo contra mi vientre. Con una mano lo tomo y lo dirijo hacia mi entrada vaginal. Peeta lanza un gemido entrecortado haciendo su cabeza para atrás directo al chorro de agua que cae del grifo de la ducha. Me mira con sus ojos negros de pasión brillando por el agua que cae en su cabeza.

-          No me voy a contener como anoche ahora. Te voy a penetrar duro y rápidamente hasta que grites en el orgasmo. Y espero que el placer te dure hasta esta noche amor.

-          Hazlo, hazlo… te voy a extrañar tanto lo que dure del día… - nos besamos y Peeta comenzó lo que prometió. Arremetió contra mí con fuerza al principio y luego solo rapidez. Lo sentía muy dentro de mí. El alivio vino rápido para ambos. Estábamos tan excitados que el orgasmo fue increíble, largo y de colores. Recordé la primera vez que nos amamos en la cabaña, lo que sentí fue una explosión, detrás de mis ojos veía colores. Esta vez, se asemejó bastante. Cada orgasmo provocado por Peeta ha sido distinto para mí, todos placenteros pero diferentes entre sí. Algunas veces eran largos, otras dolorosos de lo placenteros, o bellos y brillantes, cortos pero agotadores… Supongo que quiere decir que con Peeta, cada día es hermoso e inigualable. Una vida así vale la pena experimentar, con sus momentos malos, dolorosos, tristes, siempre de la mano de él.


-          ¿Irás a ver a Haymitch hoy?- pregunta Peeta, secándose el pecho con una toalla. Yo lo observo con una gran sonrisa en mi rostro. Él me arquea una ceja. - ¿Por qué me miras así?

-          ¿Cómo puedes preguntar por qué? – refuto poniéndome de pie y quitándole la toalla de las manos. Me la coloco alrededor del cuerpo. – Eres tan bello que es imposible no mirarte… Y eres todo MÍO. – digo enfatizando en el pronombre posesivo. Él ríe y me abraza.

Alianza - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora