Capítulo Veintiseis

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                Capítulo Veintiséis

 

El casamiento de Johanna y Gale será dentro de exactamente un mes. Con Peeta nos encontramos ansiosos esperando el día en que finalmente dé a luz a nuestra hija. El Doctor Johns dice que todo está perfecto con la niña. No sabemos exactamente el sexo del bebé pero yo tengo la seguridad de qué será. Y a mi esposo le encanta la idea de una niña a la que malcriar. 

He pasado estos meses recibiendo visitas de todo Panem. Johanna y Gale nos visitaron una semana para detallar cosas de la boda y agradecernos la amabilidad de prestarles nuestro jardín frontal para casarse. Nos trajeron cantidad de bolsas de regalos para el bebé y ropa, accesorios para Peeta y para mí, de parte de la Presidente Paylor, Plutarch y Flavius, Venia y Octavia.  Nos encantaron los regalos, muy necesarios porque aquí en el 12 no tenemos tiendas para bebés. Íbamos a tener que ir al Capitolio a comprar, pero eso no fue necesario por suerte. De todos modos yo no iba a poder viajar con el embarazo en sus últimos meses y Peeta no iba a querer dejarme sola, asique iba a tener que ir mi madre o Haymitch.

Johanna me ayudó a decorar la habitación de la niña, la que antes era de mi hermana Prim. Gale y Peeta pintaron las paredes de color crema y la cuna y el ropero de color amarillo claro. Instalamos un pequeño sofá al lado de la cuna, color rosa y un móvil de estrellas y soles en el techo encima de la cuna. Las cortinas las hizo mi madre, beige y rosa pálido con soles. La habitación quedó tan hermosa que a mi pequeña pateadora pareció gustarle porque no dejó de darme pataditas en toda la noche. Peeta se durmió con su mano sobre mi abultado vientre.

Hace un mes nos visitaron Annie y el pequeño Finnick también. El niño de 3 años quedó fascinado con la habitación de Emma, Annie tuvo que sacarlo a la fuerza de allí. Pero Fin no lloró ni protestó, solo le hizo una huelga de silencio a su madre. No habló hasta la tarde que llegó Peeta con tartas y galletas dulces. Nos pareció divertidísimo. Peeta será un padre increíble, estoy segura. Con el niño se llevó tan bien que el pequeño lloró cuando su madre le dijo que se iban de vuelta a casa al distrito 4. Me enterneció el alma, el pequeño era gracioso, quería llamar la atención todo el tiempo haciendo caras, contando chistes o bailando. Se quedaron dos días en nuestra casa y cuando se marcharon Peeta pintó un retrato hermoso del niño y su madre y escribimos en nuestro libro de recuerdos las travesuras del pequeño.

Si Finnick estuviera vivo, estaría orgulloso de su hijo, idéntico a él. El mismo color de ojos, de cabello, la misma simpatía y necesidad de hacer sonreír a las personas, llamar la atención. Su visita me hizo muy bien, al niño le agradé. Me hizo sentir bien y segura en mi rol de madre. Sigo temiendo no ser una buena y atenta madre, pero es más la ansiedad y el anhelo de tener a mi hija conmigo por fin que el miedo al futuro. Tengo personas que me ayudarán a cuidar de ella, mi madre me enseñará lo esencial de ser madre y Peeta me enseñará a amar profundamente a ese ser tan pequeño que vive en mí.

Estas últimas semanas las he pasado mayormente en cama, pero el doctor dijo que debía caminar al menos tres veces a la semana, porque mi vientre se ha ensanchado demasiado y el bebé ya ha bajado su posición. En cualquier momento nacerá.

Se abre la puerta del cuarto y no entra nadie. Miro atenta, quizás se abrió con el viento y tendré que ponerme de pie para cerrarla, pero aparece un oso muy grande de color blanco con un moño rojo alrededor de su acolchado cuello. Río de emoción.

-          ¡Es hermoso! ¿Para mí o para Emma? – pregunto a la persona detrás de la puerta que aún no muestra su rostro.

-          Para mi ahijada obviamente. – dice Haymitch riendo. Lo miro feo.

Alianza - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora