Cap. 33 - corregido.

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"No dejaba de mirar sus ojos, esos ojos de cielo que me enamoraban cada día más".



(Mía)

-Por favor mi niña. Me preocupa que estés a si.

- Mamá, en verdad no tengo hambre.

-Cada vez que lo vez, regresas tan mal. Nada es de lo que me habías platicado de el, es como si se tratara de otra persona y la verdad no me agrada para nada - No dije nada - Mira mi niña - Mencionó tras suspirar un poco - Te dejare esto aquí y me llevaré esas galletas. Por favor, come. Iré a atender la florería porque Santiago salió y no a regresado.

-¿Salió? - Pregunté extrañada - ¿ A dónde?

- No se hija no me dijo nada, pero no creo que tarde, tiene que ayudarme a cerrar el negocio.

- Está bien mamá, estaré bien. Enserio.

-Eso espero.

Solo ví cuando salió y cerro la puerta. Aún me sentía muy mal por lo que pasó está tarde. Mis ánimos estaban por muy debajo. Mire la merienda que me había traído Gretel, pero en verdad no tenía hambre. Sin embargo, no rechazaría la cena que mi madre con tanto esfuerzo me trajo, así que tome unos pequeños bocados, aunque sin ánimo.

Me perdí un momento recordando sus ojos llenos de irá, fríos y penetrantes, su voz vacía, y la forma en que me tomo de los brazos, aún dolían. Pero más dolían sus palabras, su reclamo aún amor que no podía sentir, la manera de haberme humillado en cierto modo, de hacerme hecho sentir inferior, que sin el no sería nada. Me recosté y solo cerré los ojos tratando de ignorar todo.

De repente sentí hundirse mi cama y unas manos me tocaron los hombros.

-Estoy bien, Santi. Solo quiero estar sola - Mencione desanimada.

De pronto esas manos rodearon mi cintura y sentí una respiración cálida, no era Santiago. Me sobresalté y gire rápidamente hasta quedar frente a el.

A veces me preguntaba por que siempre estaba ahí, cuando tenía un problema o estaba decaída como ahora. Siempre tan amable, caballeroso, detallista, atento. Dispuesto a escuchar sin juzgarme, siempre preocupándose por mi.

No dejaba de mirar sus ojos, esos ojos de cielo que me enamoraban cada día más.

-Mía, Mía, Mía, solo mía...

"Hay Dios, cuanto lo amo".

(Josh)

-Entonces, ¿Te irás? Creí que ya no regresarías.

Nos encontrábamos en el comedor merendando antes de ir a dormir. El tono de voz de mi hermana era de nostalgia cuando se enteró de que me iría a Nueva York.

- Aidan, no puede viajar por ahora y Damián me ayuda mejor aquí. Sólo será un par de semanas en lo que me arreglo con el Empresario Marroquín y cerramos el trato. Además, podré presentarme como el dueño ante el.

Quédate a mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora