Te quiero.

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Caminábamos por alguna calle de la ciudad, la luna alumbraba nuestro camino a medida que seguimos avanzando, es como si la luna que creamos nos diera las gracias por su nueva existencia, no insistí para querer besarte, sino que el roce de las manos, la aceleración de mi corazón ayudaba a qué mis manos se mojaran de los nervios, el roce de nuestras mejillas a medida que avanzábamos dirijiendonos a nuestros labios. (Soñé esto durante esos días)

Una parte de mi esencia es tuya.
Te dije mientras pensaba como justificarme para que no pareciera dependencia emocional. Y es que es real, esa parte de mi se quedó contigo después del día de las tortugas, tanto así que ya no sólo me gustabas, no sólo me atraias como imán, sino que era tanta la velocidad de mi corazón que producia tanta fricción, tanta electricidad que recorría mi cuerpo. Ayudaba a qué nos acercamos cada vez más... (Esto realmente pasó)

Haciendo la recapitulación de días pasados, de estar viéndonos en repetidas ocasiones, de sorprenderte sin saber si podrías recibirme, era mi alma gritando. Días pasados estaba apunto de salir de pecho aquella sensación que gritaba el cuerpo, y es que me moría de ganas de decirte, y creo que tú sabías que necesitaba escucharte decirlo primero, para después repetirte lo que siento muchas veces, y lo dijiste, mi cuerpo se estremeció, mente se desconcertó, perdí el piso por varios segundos, las mariposas habían tomado fuerza para romper el capullo, y tú, escuchaste... Sin que yo lo dijera... Ahora tenía que decirlo...
Me moría de ganas de decirlo.
Ahora lo digo.
Te quiero Avellaneda.

Una nación llamada como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora