Una nación llamada como tú

(apéndice) bailando.

Entre todos los recuerdos que tengo con Avellaneda siempre resaltan en los que tomo su mano, ya sea a escondidas de sus padres por debajo de la mesa a media comida, cosa que me pone a sudar mucho, como también me pone muy nervioso, cabe mencionar que solo ella consigue ponerme de ese modo, o también están esas ocasiones en las que toma mi mano frente a quien sea sin que importe la edad, sin que importe el entorno, en esas ocasiones soy el responsable de decirle

"mi amor, ¿me prestas tu mano?"

Entrelazo mis dedos con los suyos y caminamos a la par...

Fiel a eso y como en los bailes, las personas toman sus manos para dar vueltas, por eso la referencia a lo mucho que me encanta hacerlo con ella, recuerdo una ocasión extraordinaria, en la que la madre de Avellaneda estaba en la sala de su casa, y nosotros estábamos en la cocina, la mamá de Avellaneda tarareaba una canción.

"Sueño, tu eres mi sueño.
¡Ay! Que nadie me levante"

Mi mente tampoco pudo evitar cantarla, y tome las manos de Avellaneda,  comenzamos a girar, y si también bailas sabes que existe un paso en donde las manos de una persona rodean la cintura de la otra por su espalda, a modo de un abrazo apoyado por las manos de otro, y así terminamos... Hubo un silencio para nada incómodo, uno de esos silencios con tensión, pero esta era una tensión romántica, besé el hombro derecho de Avellaneda, y ella volteó a verme, con la misma tensión.

<<La tierra completa se paralizó>> 

Mi corazón se aceleraba, amaba estar ahí, en esa misma posición, la dopamina invadía mi cabeza, mis manos sueltas, pero sujetando las de ella, y de pronto...

Mis labios rozando los suyos, mis piernas temblando, no se si lo haya notado, estaba vulnerado, derretido, complemente derretido...

- Esos bailes sin música era algo que disfrutaba mucho hacer con Avellaneda... Casi en cada encuentro haciéndolo, terminando con un beso...

Mi amor... Te debo un baile.