Helado de fresa.

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Me gusta ver a Avellaneda, siempre me llevo un buen sabor de boca de regreso de su casa, en cuestión de sabores, me encanta el de su boca, regreso aún con la sensación en los labios, había consumido un poco de alcohol un día antes, por lo que llevaba una super resaca encima, aquel día la madre de Avellaneda nos llevó a la plaza, a la hermana de Avellaneda, y a nosotros por supuesto, desconozco el motivo, pero iba a salir con Avellaneda, no importaba, incluso si solo estuviéramos sentados en la banqueta, disfrutaría estando con ella, por el simple motivo de quién es...

Cuando llegamos a la plaza íbamos detrás de la madre de Avellaneda. Avellaneda estaba jugando con mis nervios, deslizando su mano por mi brazo queriendo tomar mi mano, no habría ningún problema en algún otro contexto, pero su madre desconocía nuestra relación, entonces ese juego de Avellaneda me ponía más y más nervioso, yo quería tomarla de la mano, por supuesto, y con todo, y mis nervios le tome la mano. Aún con todo y las manos sudadas de los nervios, Avellaneda quería seguir tomando mi mano.

[Recuerdo esto y sonrío, imagina mi expresión, es alucinante, se me hacen pequeños los ojos, se me estira la boca y por dentro mío experimento una sensación de bienestar extraordinaria.]

La madre de Avellaneda dejó que nosotros escogieramos lo que queríamos hacer, así que se fue con su otra hija a ver una película y yo me quedé a solas con Avellaneda, la tarde se ponía con el color de un sol fabuloso, y días antes habíamos platicado de comer helado, no dudamos en elegir esa actividad, así que, entramos a la heladería y yo pedí mi helado de fresa en barquillo, por aquello de la contaminación, y Avellaneda pidió su helado de fresa en vaso de plástico, por lo que comencé a molestarla con el tema de la contaminación, ella se veía un poco avergonzada, a pesar de que yo solo estaba jugando, pidieron el pago respectivo por los helados, y la señora que nos atendió no tenía cambio del billete con el cual yo pagaría, por lo que pagó Avellaneda...

[Eso me puso feliz, no que Avellaneda haya pagado como tal, sino el saber que contaba con ella, que podía salir con ella sin nada de por medio, muy diferente a otras relaciones que había tenido]

Acepté el obsequio de Avellaneda, tomé su mano para dirigirnos al área de comedor de la plaza, y esos segundos tomado de su mano, disfrutando de estar con ella, esos segundos era feliz, muy feliz.
La plática se orientó en un principio hacia la contaminación, y después poco a poco, nos enfocamos en
hablar de nosotros, escuchamos una canción, <<Azul Orfanato>> (una canción no muy buena para la ocasión, pero eso fue lo que pasó) por chistes de los colores de los barnices, y mi resaca disminuía, yo tocaba el rostro de Avellaneda, tomaba su mano y la colocaba en mi cara, frotaba mi mejilla con la Palma de su mano y uno que otro beso sabor helado de fresa se hacía presente, el tiempo no importaba... Regresaría a ese momento si fuese posible, para vivirlo, en bucle.

Uno de los mejores días que hemos tenido, me vibra el corazón si lo recuerdo...

Cuando Avellaneda se deja fluir conmigo soy el chico más feliz de todo el planeta, cualquier problema, resaca, pensamiento negativo que pudiera tener desaparece, Me enamoré de ella porque siento que fluimos con el viento...

Una nación llamada como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora