46|Es un hasta luego

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Lucero

Paredes blancas, una ventana a uno de los lados de estas pálidas paredes. Un pitido regular es lo que llama mi atención, giro mi rostro hacia el centro de la habitación y es en ese, en ese preciso momento que algo en mi pecho se oprime. Soy yo.

Mi cuerpo está acostado en una camilla, uno de mis brazos conectados a un cable que marca mi ritmo cardíaco, mientras que a mi cara le brinda oxígeno otra máquina.

A mi lado, Jaden. Él está con su vista perdida en mi rostro, mientras que acaricia mi mano derecha con la suya, comenzando a hablar:

- Hola pecosa, estoy aquí, otro día más-susurra

- Hoy es el día dieciocho que estás aquí.
Hoy son dieciocho días desde que no veo tu sonrisa, desde que no peleas conmigo, desde que no veo ese color carmesí en tus cachetes luego de intentar coquetearte y que aunque me mires con cara de ardilla enojada, si tenga efecto en ti.

Baja su cabeza y se queda mirando mi mano, pero con la vista perdida nuevamente hasta que se recompone.

- Dieciocho días extrañándote cada jodido segundo, mi Lu.-con una sonrisa de lado, mientras que lagrimas comienzan a caer por su rostro

- Tu padre ha estado cada hora de cada día al igual que nosotros tres, no se ha apartado de ti, solo si tenía guardia pero de todos modos él mandaba a alguien para ver como estabas.

Una sonrisa se forma en mi rostro, él sigue.

- Y sobre...lo de tu enfermedad-habla y mi mundo se detiene, pero no me da tiempo a asimilar nada porque él sigue nuevamente.-está bien, todo está bien,  cariño. Ni quiero que pienses que por eso me voy a alejar de ti- hace una pausa -no creo poder hacer nunca, la verdad.

Y mentiría si dijera que eso no hizo estragos en mi interior, acompañado de varios brincos en mi corazón.

- Te amo, ¿vale?, te amo con mi alma entera, porfavor intenta despertar, te necesitamos, yo te necesito.- y finalmente termina.

Alguien toca mi hombro, mamá a mi lado me regala una pequeña sonrisa y me hace una seña con la cabeza para irnos, yo asiento. Una vez fuera de la habitacion comenzamos a caminar por el pasillo.

- ¿Lo viste?, ellos lo saben, y aun así están aqui contigo y para ti.

Asiento- Sí mamá, al final las cosas no eran como lo pensé, o más bien imaginé.

- Lo se cariño, todos aveces prejuzgamos o nos ideamos cosas que no son ni parecidas a la realidad.

A nuestro lado, un médico que no reconozco pasa y cuando volteo a mis espaldas veo que entra en la habitación en donde estaba yo, pero no logro distraerme en eso porque la voz de mamá llama mi atención.

- Lu, ¿puedo pedirte un favor?

- Claro mamá, dime.

Ella se detiene y colocándose frente a mí, acuna mi rostro con ambas manos.

- Nunca, pero nunca dejes de luchar, ¿sí?, que el haberte podido salvar no sea en vano. Nunca te rindas, lucha por ti, por tus sueños y no te detengas hasta lograrlos. Brinda ayuda y amor a los demás sin esperar nada a cambio.
Se valiente y bondadosa, hija.

Asiento y ella extiende su dedo pequeño como cuando era niña
- ¿Es promesa?

- Es promesa-cierro mi dedo al rededor del suyo, apretando nuestros dedos meñiques.

- Y, cariño

- ¿Si?

- Nunca te culpes por lo del accidente, ¿de acuerdo?

Una vez cae el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora