2|Mejor amiga

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Lu

Estaba durmiendo plácidamente cuando algo pesado cae sobre mi cuerpo  haciendo que pegue un respingo cayendo de cara al piso.

Que buena manera de comenzar el día.

De lo dormida que estaba, me quedé en el piso unos segundos, hasta que vino Chico y me empezó a lamer la cara y mientras en mi cara puse una mueca separándome.

No me mal entiendan yo amo los besos de mi hijo perruno, pero estaba claro que acababa de comer la comida con olor horrible que tanto le gusta, por lo tanto ahora tenía la cara con olor a salmón y leche, genial.

Cuando me aparto de Chico, escucho una risita detrás mío.

- Buenos días mejor amiga preciosa de mi vida -me dijo tratando de contener la risa, mientras yo la miraba con mala cara.

- Buenos días para tí querras decir- refunfuñando, vuelvo a la cama.

- Y para ti también. Ver a una diosa griega a estas horas de la mañana es un privilegio que no lo tiene cualquiera. -Lily hace pose diva, yo solo ruedo los ojos.

- Yo creo que ya no es normal tu nivel de humildad Lily -finjo conmoción

- Lo sé, aveces hasta a mi me sorprende -agacha su cabeza siguiendo la actuación y ambas reímos.

- Bueno, y ¿cuál es el honor de tenerte en mi hogar?

- Que te extraba -me dice con cara inocente, yo la observo levantando una ceja

- Capaz y te contratan para la segunda parte de la película de Pinocho.

- Bueno está bien, no tenia clases hoy y me aburría. Pero mirá lo buena mejor amiga que soy que en vez de quedarme durmiendo vengo a visitarte.

- Bueno, tenes un punto.

Y era verdad, Lily iba al colegio como cualquier otra persona normal. Iba de turno mañana, volvía al medio día y luego dormía hasta tarde dependiendo del día. Aunque a veces apenas volvía venía a casa, pero la primera era la que más hacía. Básicamente es como en otra vida fue una koala, su cama es como una extensión suya.

- Bueno, ¿y cómo te sientes? -inquiere

- Bien, como siempre. -la miro confundida

- El médico Lu. Cuando vine, abajo tu papá me dijo que ayer fueron al médico.

- Ah eso. Sí, mejor, como siempre. Ya sabes como es. Es casi como en la vida de cualquier persona, depende el día. - le resto importancia

- Bueno mejor, pensé que ibas a estar dolorida todavía, pero por suerte te veo bien. -ella me regala una pequeña sonrisa de labios cerrados y yo asiento.

Cada vez, luego de las tres o cuatro horas que estoy en el médico mientras me pasan el líquido del tratamiento, cuando vuelvo a casa generalmente me siento mal. En realidad no sé si mal, pero debil, cansada, y sin apetito.

- A todo esto, ¿qué hora es?

- Salí de casa a las nueve, asíque nueve y algo de la mañana.

Que alguien me explique cómo puede estar así de despabilada tan temprano.

- Ah bueno. ¿Ya desayuñaste? -ella niega

- Apenas me levante y me enteré que no había clases vine hasta acá. Aunque no lo creas sí te extrañé, pesada -dice ladeando la cabeza

- ¿Y te piensas que yo no? -sonrío y abro los brazos para que ella me mire con desconfianza, pero finalmente se abalanza hacia mi y me corresponde el abrazo.

Una vez cae el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora