Capítulo:18

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¿Quién es Zayn en realidad?

Los rayos de sol que entraban por la ventana imposible de abrir, acariciaban mi piel lisa, tersa, suave y joven. Los hacía con suavidad, con tranquilidad y cuidado, no quería despertarme.

 Mi melena castaña esparcida por la almohada, dibujándola sin sentido alguno. Las sabanas blancas abrazando mi cuerpo con dulzura y delicadeza, el edredón verde tapando mis pies desnudos para luego caer al suelo con libros esparcidos sobre su final.

El blanco amarillento, de las cuatros paredes del reducido espacio, pintado de sombras en aquellos lugares a los que la débil luz solar no conseguía llegar.

Mi cuerpo se dio la vuelta con mis ojos cerrados, sin dejar entrar la luz por mi pupila. Desplacé mi mano derecha por el colchón, las sabanas frías y suaves, eso encontré. No estaba la calidez del cuerpo de Zayn, no estaba su cuerpo bien formado junto a mí.

Abrí los ojos la luz entró por mis pupilas y dibujó la realidad en mi retina, y la realidad era la mitad de una cama de noventa vacía, a unos pasos de ella el baño sin puerta, mi mano, con las uñas pintadas del mismo negro brillante del pelo de Zayn, ocupando el lugar que la noche anterior ocupó Zayn, lugar donde deseaba a Zayn con sus ojos cerrados y su brazo alrededor de mi cintura.

Despacio me senté en el centro de la pequeña cama, las sabanas blancas tapando mis piernas metidas en un pantalón oscuro. Recorrí el pequeño lugar con mi mirada marrón. No hay sitio en el que poder esconderse, Zayn no estaba, igual que apareció, desapareció. Él nunca avisa.

Estaba haciendo un recorrido por el comienzo de nuestra historia, la luna grande y redonda, majestuosa en el cielo oscuro con apenas estrellas, una nube gris pasando con lentitud por delante de la esfera, la calle desierta, gritos de dolor procedentes de un callejón sin salida, el cuerpo de Zayn tirado en el suelo frio, cubierto de sangre, de su sangre.

—Buenos días—

Con el sonido de su voz mi recorrido por el comienzo de nuestra historia termino, miré hacia la puerta, y allí, estaba el con una bolsa de papel y cerrando la puerta detrás de sí. Iba a preguntar "¿dónde has ido?" pero no necesité hacerlo, Zayn respondió esa pregunta antes de ser planteada.

— he ido a por el desayuno ¿te gustan los donuts?— sin apartar mis ojos del brillos de los suyos asentí. — Bien, porque es lo que he traído, eso y café ¿te gusta el café?—volví  a asentí.

 Dejó la bolsa de papel marrón en la pequeña mesa sobre la que descansaba el microondas,  se podría decir que era la cocina del lugar, y se sentó en el filo de la cama en la que yo seguía, sin pronunciar palabra y siguiéndolo con la mirada.

— ¿desayunamos?—

Él volvió a preguntar y yo a asentir, las palabra aquella mañana parecían no querer salir de mi, y a pesar de querer darle una respuesta sonora no podía, como era habitual en mi, las palabras se negaban a salir.

— ¿Sabes algo?— apartó el mechón de pelo que se interponía entre mi mirada y él—Me encanta tu voz. —

Sin decirlo me estaba pidiendo que le hablara, yo quería pero no podía, la razón es un misterio para mí, un misterio que nunca descifraré. Sin más palabras fue a por nuestro desayuno, y tras una lucha interior pude hacer escuchar mi voz.

—Gracias—

Nuestro desayuno en la cama fue silencioso, pero confortable, era agradable tener al Zayn tierno junto a mí. Perdía la noción de tiempo, como me había pasado durante nuestro desayuno silencioso y confortable.  Cuando me quise dar cuenta de que tenía que ir a la universidad, ya no me daba tiempo a prepararme y coger el metro. Llegaría tarde.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora