El castaño.
Las espesas nubes del cielo de Nueva York habían decidido permitir que uno débiles rayos de sol llegaran hasta nosotros. Esos mismos hacían brillar el océano frente a mí. Mis piernas colgaban mientras yo estaba sentada junto a Harry en el muelle.
Harry pensó que me vendría bien salir a un lugar diferente, no ir solo de casa a la universidad, de la universidad al trabajo y del trabajo de vuelta a casa. Asique allí estábamos compartiendo risas mientras tomábamos un chocolate caliente, para que así amenos la temperatura en nuestro interior aumentara.
—Espera rebobina, ¿que ayer te presentaste a una audición?— dijo sorprendido, reí y asentí— ¿Cuándo pensabas contármelo?—
—lo estoy intentando hacer ahora. No tenía intención de presentarme pero al final— miré sus ojos verdes— a final lo hice. —
— ¿Qué te hizo cambiar de opinión?—
Esa era una pregunta que yo no quería contestar, ese era el momento en el que Zayn entraba en acción y no me apetecía mantener otra conversación sobre él y que hiciera preguntas que yo no podía responder, porque las haría y eran muchas aquellas que yo no podía responder, demasiadas.
—Solo cambien de opinión—
Harry sabía que había algo que no quería contarle y yo era consciente de aquello. Después de pasar la tarde en el muelle junto Harry debía ir a trabajar, así que a las siete de la tarde de aquel domingo estaba atravesando aquella chirriona puerta.
Cuando llegué Jessica ya estaba allí, la chica se pasó la mayor parte del tiempo jugando con su móvil o coqueteando con los escasos clientes atractivos que entraban en el local. A las ocho como era de esperar entró Jame y yo le serví aquella bebida que no necesitaba ser pedida por él para que le fuera entregada por mí.
—Angie ¿preciosa te importaría si me fuera?, no me encuentro muy bien. —
La tierna voz de Natacha se escuchó atreves de la pequeña ventana que nos mantenía conectadas. Sus ojos verdes estaban ligeramente rojos y mantenían una batalla por cerrarse, asique asentí. En realidad la mujer no estaba haciendo mucho allí dentro, no había pedidos que requerirán de los servicios de aquella adorable mujer.
La rubia se marchó pronto también, ella al contrario que Natacha sin ninguna razón. Aquel hombre llamado Jame permaneció sentado en su lugar y yo sin mucho que hacer me senté a su lado sin intención alguna de mantener una conversación con él, ninguno de los dos solíamos hablar mucho, asique el silencio entre nosotros era mas habitual.
Al igual que el miré expectante el contenido amarillento de su vaso, no encontraba nada en el que pudiera hacer a aquel hombre de ojos tristes pasar horas mirándolo. Su abundante barba ocultaba algo más que sus labios siempre cerrados manteniendo silencio.
Mientras los dos mirábamos el vaso de cerveza, el inmerso en lo que fuera que le atormentaba y yo intentando descubrirlo en el líquido amargoso, la puerta se abrió y por ella entro Zayn con pequeñas zonas de su cara con un ligero tono morado y algún pequeño corte.
Se sentó en una de las mesas sin decir palabra alguna ni dedicarnos alguna mirada fugaz, yo rápidamente abandoné la silenciosa compañía de Jame para sentarme frente a él.
— ¿Qué te ha pasado?— susurre mirando su rostro herido.
—Deberías saber ya que no llevo bien lo de las preguntas—
Atravesaba mis ojos con su profunda mirada y eso impedía que las palabras salieran de mí, separó sus ojos de los míos apenas unos segundos para mirar al hombre en la barra.
—Me he peleado. — dijo lo obvio.
Quería preguntar las razones pero con la batalla que nuestras miradas tenían mi voz no tenía fuerza suficiente para hacerse presente. La puerta se volvió abrir y nuestro contacto visual se rompió, los dos miramos hacia la puerta mientras que el castaño enfurecido entra en el local.
Con el mismo estado anímico en el que entro se dirigió a nosotros, con dureza me miró para acto seguido hablar de manera bruta y feroz.
—Lárgate. —
Lo obedecí intimidada por su rudeza con mi cabeza agachada y sin mirarlo a los ojos me apresuré asta Jame, parándome junto a él. Zayn le dijo algo que no pude escuchar por el bajo volumenque utilizó al hablar, en cambio al castaño si lo pude oír, el gritaba a todo pulmón sin importarle nada ni nadie, con su rostro ligeramente enrojecido.
— ¿cuánto tiempo más a seguir con esto? ¡Dime! ¿Cuándo tendrás suficiente? ¿Cuándo nos mate?—
—Esto es entre Robert y yo—
Dijo Zayn entre dientes tratando de contener la ira que crecía en su interior. El castaño de nombre aún desconocido para mi golpeó con fuerza la mesa, haciendo que brincara acercándome un poco más a Jame, quien seguía en su mundo interior, ignorando todo a su alrededor.
— ¡no! Esto es entre vosotros dos y todo ser viviente que este a tu alrededor. —Volvió a gritar el castaño para después dedicarme una rápida mirada.—incluida ella.— dijo algo más calmado.
Sus pasos se dirigieron a la puerta, cuando sus dedos rozaron el manillar Zayn mirándome habló.
— ¡Liam! ella no. —
Jame sin dejar aquello tan interesante que miraba sin descanso en su vaso, susurro para sí mismo.
—Claro que sí, sea lo que seas en lo que andas metido la terminarás destruyendo, maldito bastardo. —
Escuches sus susurros gracias a la cercanía en la que yo buscaba protección, pero para el resto de personas del lugar esas palabras no fueron dichas, nunca las escucharon. Liam miró a Zayn mientras que con fuerza sujetaba la manilla.
— ¿Estás seguro?— no espero respuesta a su pregunta salió fugaz de allí.
La tensión era palpable en la pequeña cafetería, más dudas surgían en mí, y algo me decía que nadie me las resolvería, y el porque nadie lo haría era otra duda más, otra pregunta para mi amplia colección que crecía un poco más cada vez que Zayn estaba cerca de mí. Él misterio iba a allá donde él estaba, parecía que las situaciones de riesgo y tensión iban con el de la mano, y debía asustarme, y mucho, pero no estoy segura de que lo hiciera. No sé qué era lo que despertaba Zayn en mí.
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Libérame.
AcciónÉl me dijo una vez que creía que todos tenemos un demonio dentro, que el sacaba el demonio de todo aquel que se le acercaba, hasta que llegue yo, entones comenzó a dudar si todos teníamos un demonio dentro o no, pues en mí nunca lo encontró. —Angie—...