Mi silencio.
Las semanas pasaron y nos llevaron hasta finales de marzo, a solo tres días de comenzar un nuevo mes y a dos del estreno de la obra solidaria que yo protagonizaría. Para aquel momento las cosas estaban bien. Vivía con Zayn sin saber nada de él, sin saber sus secretos.
La cama estaba cálida, nuestros cuerpos la fueron calentando a lo largo de la noche. El brazo derecho de Zayn me agarraba firme por la cintura mientras dormíamos. Siempre lo hacía, no importaba lo lejos que estuviéramos el uno del otro al meternos entre las sabanas, cuando despertaba ese brazo estaba aferrado a mí.
Zayn, inconscientemente, quería asegurarse que no me iría a ninguna parte, que cuando él despertara, yo, seguiría ahí. Su brazo buscaba mi tacto en la noche, sin él saberlo, era nuestro contacto el que le permitía dormir tranquilo y seguro, sin despertarse en mitad de la noche por el ruido de la lluvia azotando el gran ventanal.
Los rayos de luz solar comenzaron a entrar en la habitación de pareces negras, y con su llegada mis ojos se fueron abriendo. Me gruiré tratando, sin éxito, esquivar la luz. Di con los ojos cerrados de Zayn.
El brazo de Zayn se endureció cuando mi cuerpo se movió bojo él. Me senté en la cama con su brazo sujetando aun mi cintura, no quería que fuera a ningún lado, no sin él. Estaba por salir de la cama cuando su voz se desprendió de entre sus labios.
— ¿Dónde vas?— sus ojos seguían cerrados y su brazo firme en mi cintura.
—Al baño, pero me lo estas poniendo difícil. —
Me dejó salir y se movió hasta el centro de la cama, sin abrir sus ojos, no debía querer avergonzar a sol de aquella mañana de sábado. Cuando mi mano rozó el mango de la puerta del baño, su móvil comenzó a sonar.
Cuando el agua que limpiaba mi cuerpo dejó de caer me permitió escuchar de nuevo el móvil de Zayn, sonando en la mesilla junto a él ¿Qué coño quieres, Jack? eso fue lo que escuché antes de encender el secador. Con su sonido ya no escuchaba nada de lo que pasara tras esa puerta entre abierta.
Algo de mascara de pestañas, un poco, muy poco, de colorete melocotón en mis mejillas y una toalla roja escondiendo mi cuerpo. Abrí la puerta entre abierta y me dirigí al gran armario empotrado que formaba una de las paredes negras de la habitación.
Zayn seguía en el centro de la cama, pero ahora, sus ojos avergonzaban al sol. Estaban abiertos y miraban como yo vestía mi cuerpo. El móvil, ya callado, descansaba junto a Zayn.
—Pequeña—Lo miré y él continuó. —No puedo llevarte, llama a Harry, dile que te lleve. —
—O puedo coger el autobús. —sugerí.
Apartó la sabana y el edredón nórdico que cubría sus piernas, saltó de la cama y caminó hasta mí. Sujeto mi cintura mientras posaba sus labios sobre mi frente y susurraba sobre ella un lo siento poco audible, para terminar besándola con ternura.
Acarició mi mejilla antes de atacar a mis labios. "De verdad que lo siento" dijo entre beso y beso, "y mucho" volvió hablar nuevamente entre besos y beso. "Te quiero" dijo antes de darme un último beso con pasión mezclada con cariño.
— No pasa nada, no tienes que llevarme a todos lados. — Le hablé con mis manos en su cuello.
—Tengo que cuidar de ti, protegerte. —
Lo hacía, cuidaba de mí, me protegía, lo que yo no sabía era si lo hacía de algo en particular o de todo en general, tal vez de ambas cosas al mismo tiempo.
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Libérame.
ActionÉl me dijo una vez que creía que todos tenemos un demonio dentro, que el sacaba el demonio de todo aquel que se le acercaba, hasta que llegue yo, entones comenzó a dudar si todos teníamos un demonio dentro o no, pues en mí nunca lo encontró. —Angie—...