Secretos de la noche.
Nuestras frentes juntas, nuestros ojos cerrados, nuestras bocas separadas la una de la otra, nuestros pechos subiendo y bajando al mismo tiempo y los dos sentados sobre las mismas sabanas, blancas y suaves. El tiempo parecía haberse congelado en aquel momento y nosotros con él.
Zayn me había besado, sus labios suaves pero con alguna grieta y ese pequeño corte me habían callado, habían silenciado mis quejas. Si cada vez que me quejara pensaba callarme así entonces no pararía, me justaba como el calor subía por mi cuerpo cuando sus labios mojaban los míos.
¿Así se siente cada vez que te besan? ¿o solo cuando es Zayn quien lo hace?
Nunca unos labios se habían posado sobre los míos, tímidamente cual mariposa en una flor, para después devorarlos, sin piedad alguna como un tigre hambriento devora a su presa. Había estado años martirizándome por no haber besado antes, por no haberlo hecho como todas las chichas, en la adolescencia. Hasta aquel día, hasta que aquel día de diciembre a las cinco de la tarde Zayn decidió silenciarme.
Mientras nuestros ojos se abrían nuestras frentes se separaron. Un gemido de dolor se desprendió de entre sus labios y su espalda busco la comodidad del colchón, de lo que no estoy segura es de si fue encontrada en aquel colchón viejo y con muelles que tratan dañarte.
—¿estás bien?— le susurro mientras coloca las sabanas sobra sus caderas.
Él asiente, sigue empeñado en ocultarme la verdad, sea cual sea esta. Abandono el pequeño espacio de la cama en el que descansaba, me acerco a la ventana, fuera el viento sopla furioso y el cielo permanece en las tinieblas escondido tras esa capa cris. Abajo, en el suelo los dos choches destrozados rodeados por tres agentes de policías y un hombre de unos cuarenta años envuelto en capas y capas de ropa.
Mis manos veloces suben hasta mi boca, mis pies giran y mi espalda se sostiene en la pared. Esos ojos radiantes me miran confusos por mis acciones. Olvidé esas dos cosas móviles allí abajo, en la fría calle.
—¿Qué pasa?—
No sé que me asustaba más, si lo que pasaba abajo o lo que pasaría cuando Zayn lo supiese. Pero tendría que enterarse en algún momento, era su coche una de las víctimas de la noche, era su coche el que dejaba salir humo de su capó, se enteraría pero no en aquel momento.
—nada—usurre con mis manos ya bajas.
—Angie...—
—Tengo que ir a trabajar, he faltado a clase pero no puede faltar al trabajo.— le sonreí.— además estas bien ¿no?—
Asintió dudoso, no por la respuesta que le daba a mi pregunta, si no por mi repentina necesidad de huir de él. Fui directa al baño y la ropa que llevaba se deslizó fuera de mi cuerpo. Dos pedazos de tela negra guardaban los secretos de mi cuerpo.
Me vestí de nuevo, ropa limpia y protectora cubría mi cuerpo, el espejo reflejaba la noche pasada sobre mi piel. Un poco de color en mis mejillas, así no estaba tan pálida, mascara sobre mis pestañas, así eran más largas y entonces el reflejo de la noche pasada sobre mi piel era más borroso.
Salí del pequeño lugar sin puerta en el que busque intimidad, él me miraba sin moverse de la pequeña cama yo no lo miré él, cogí mi fiel abrigo negro y camine a la puerta.
—Angie, es temprano.—
Lo era, si, pero yo quería huir de allí, de él, de contarle la verdad. Yo la que le pedía sin descanso su verdad no le daba la que la noche guardaba. Pero yo podía moverme sin que mi cuerpo se quejara, él no, asique esta vez gané yo, me fui escuchando su voz pedir lo contrario.
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Libérame.
AçãoÉl me dijo una vez que creía que todos tenemos un demonio dentro, que el sacaba el demonio de todo aquel que se le acercaba, hasta que llegue yo, entones comenzó a dudar si todos teníamos un demonio dentro o no, pues en mí nunca lo encontró. —Angie—...