¡Corre!
Eran las once de la noche, demasiado tarde para mí, tendría que caminar a mi lugar y las calles pueden ser peligrosas. El muchacho que fue apuñalado en aquel callejón y su acompañante seguían allí, hacía tiempo, ya, que terminaron sus cervezas, simplemente estaban sentados discutiendo sobre algo ajeno para mí.
El lugar ya estaba preparado para cerrar, y yo ya me había quitado el uniforme y puesto mi ropa. Estaba vistiendo unos pantalones negros ajustados, una camiseta básica blanca y un jersey del mismo color sobre ella, en el centro de mi jersey eran leíbles la palabra “fight” en letras grandes y negras.
En mis pies sobre mis calcetines llevaba unas botas negras, deje mi gorro negro junto con mi abrigo y guantes del mismo color en la barra de madera vieja y no muy convencida caminé hacia los dos clientes.
—Lo siento pero necesito que abandonen el lugar, tengo que cerrar. —
Mi voz fue suave y sin fuerza alguna, ambos me miraron intimidándome, así, intimidada por ambas miradas deje que mi larga melena castaña me escondiera. El moreno apartó la mirada de mí mientras que el castaño seguía mirándome, y fue este quien rompió el silencio que se creó entre los tres.
—hazme caso, déjalo. — dijo bruscamente.
Tras dirigirse al moreno salió velozmente hacia la salida y cuando salió cerró la puerta de un portazo que hizo que diera un diminuto brinco sin moverme de mi lugar. El que quedaba allí me miró e imitó al anterior pero este cerrando la puerta con más suavidad.
Una vez sola suspiré y fui hacia el despacho de mi jefe para decirle que me marchaba. Después me coloqué mi gorro, guantes y abrigo y salí del local. Apenas me dio tiempo a poner un pie en la calle y a que el frio se encontrara conmigo cuando escuche un disparo, o eso pensaba yo que era, porque solo los había escuchado en las películas.
Segundos después el moreno, apareció en la calle corriendo y siendo seguido por otro hombre. No sabía qué hacer si quedarme allí y esperar a que ellos pasaran para seguir mi camino, o volver dentro o tal vez correr. Pero una mano se apoderó de la mía. Tuve que correr junto con el moreno aún sin nombre para mí.
— ¡Corre!—gritó cuando comenzó a tirar de mí.
Lo obedecí. Mis piernas bastantes más cortas que las suyas trataban de ir a su ritmo, pero no podían. El cazado que llevaba no era el mejor para echar una carrera. El moreno seguía tirando de mí, y aquel hombre, al que no pude verle la cara pero si el arma en su mano derecha, nos seguía.
El aire que chocaba contra mi cara era muy frio, mi pelo saltaba a mis espaldas y mi respiración era irregular. Seguíamos corriendo por las calles vacías, huyendo de alguien que yo no conocía y por algo desconocido y ajeno a mí.
No podría correr, no mucho más, mi aliento salía en forma de humo, mi respiración era agitada y mis pies golpeaban el suelo con dificultad. Necesitaba parar, coger aire y descansar. Yo no tenía nada que ver con lo que fuese que estaba pasando entre ellos, ni siquiera sabía que era lo que sucedía. Pero me había visto obligada a huir de ello cuando una mano tiró de mí.
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Libérame.
AcciónÉl me dijo una vez que creía que todos tenemos un demonio dentro, que el sacaba el demonio de todo aquel que se le acercaba, hasta que llegue yo, entones comenzó a dudar si todos teníamos un demonio dentro o no, pues en mí nunca lo encontró. —Angie—...