La lluvia moja.
El agua caída de la lluvia que descansaba sobre la hierba, ya, mojaba nuestras espaldas pero nosotros no lo sabíamos, no nos dábamos cuenta de que poco a poco ese agua nos iba dando un frio que se colaba en nuestros huesos, supongo que por el calor que nos ofrecían las palabras de Zayn.
Mi corazón saltaba en mi pecho, alegre y sin miedos, reía ahí dentro, gritaba que sí, sin remordimientos, pero mi cabeza seria y amedrentada decía Jame. El moreno con alguna cana disimulada, de mirada triste, abundante barba y su corazón destruido que había pedido con desesperación y preocupación que me alejara de Zayn.
Zayn me había confesado su miedo a destruirme, igual alejarme de él, huir sin un destino definido, era lo más sensato, si no fuera porque tal vez esa huida podría ser mi destrucción. El sí de mi corazón gritaba más que el Jame de mi cabeza.
Había dicho que no muchas veces y a muchas cosas ya era hora de decir sí.
—Sí, podría. —
— ¿lo serás?—
—Sí—
Su rostro se iluminó sin luces, mi sonrisa apareció débil y tímida, sus labios encontraron los míos y se unieron trasladadnos a un paraíso que se mezclaba con el infierno. Pero qué más da, no existirían el uno sin el otro, se necesitan, igual que la sed necesita del agua, el calor del frio, el dolor del placer.
El beso salvaje me hizo sentarme sobre sus piernas, mientras él, sentado sobre la hierba no notaba que le mojaba cada vez más. Sus manos se habían colado por debajo de mi ropa y habían dado con mi piel, recorrían mi espalda húmeda con movimientos suaves que me hacían tocar el cielo desde la tierra.
Seguía pareciendo que las estrellas caerían en lluvia sobre nosotras, pero lo que calló en lluvia sobre nosotros fue agua. Pequeñas gotas que no paraban nuestro necesitado beso, fueron transformándose en gotas violentas dando sin compasión sobre dos personas que encontraban placer en la lucha de sus labios.
En contra de nuestra voluntad separamos nuestros labio, nuestras frente se pegaron, apoyada la una en la otra y con lentitud nuestros ojos se abrieron, ambos brillaban. Nuestros labios rojizos e hinchados querían continuar con una lucha que acabará en amor. El agua caía aún más fuerte y rápida, la notábamos, nos mojaba.
— Estas mojada. — dijo en el susurro más tierno que yo había escuchado.
—Estamos mojados. — Lo corregí.
Nuestras frentes se despegaron, nuestros labios se pegaron. El besó termino y con mis ojos cerrados y mordiendo mi labio inferior, miré hacia el cielo. No veía nada mis parpados no me lo permitían, pero sentía el agua dar en mi cara, quería dar con fuerza, hacerme daño, tal vez, pero acariciaban mi rostro con suavidad.
Las manos de Zayn acariciaba mi espalda, la piel mojada y fría se volvía cálida bajo su tacto. Mientras sus manos disfrutaban de mi piel, sus ojos lo hacían de mi rostro. Con su brillo habitual miraban como el agua, pequeñas gotitas de esta, resbalaba por mi rostro. Liberé mi labio, abrí mis ojos y baje mi mirada, Zayn sonreía y era por mí.
La lluvia seguía cayendo sobre Nueva York, pero ya no nos mojaba, dentro del coche de Zayn su furia no llegaba. Zayn conducía tranquilo, relajado, y yo iba en el asiento del alado, sintiendo el frio que la lluvia me dejó y el calor que la calefacción del coche aportaba.
Me dejó en la puerta, iba a besar su mejilla antes de salir bajo la lluvia de nuevo, pero él no me dejó, Zayn quería besar mis labios, lo hizo. Subí las escaleras frotando mis brazos para luchar contra el frio.
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Libérame.
ActionÉl me dijo una vez que creía que todos tenemos un demonio dentro, que el sacaba el demonio de todo aquel que se le acercaba, hasta que llegue yo, entones comenzó a dudar si todos teníamos un demonio dentro o no, pues en mí nunca lo encontró. —Angie—...